Perla, "historia de vida" de una niña refugiada siria en "Julia en la Onda"

Entre los refugiados que han huido de sus países en guerra, hay 3,5 millones de niños, que casi no tienen ningún recuerdo de sus hogares. Es el caso de Perla, nuestra protagonista de hoy, a la que África Marcitllach, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en Oriente Medio, pudo conocer en Jordania.

Entre los refugiados que han huido de sus países en guerra, hay tres millones y medio de niños, algunos de los cuales no tienen ya ningún recuerdo de sus hogares. Es el caso de Perla, nuestra protagonista de hoy, a la que África Marcitllach, coordinadora de proyectos de Manos Unidas en Oriente Medio, pudo conocer durante su huida del ISIS.

"Cinco días tenía la pequeña Perla cuando tuvo que huir en brazos de su padre de los ataques del Isis en Iraq. Desde entonces, la niña vive refugiada en Jordania, acogida por los religiosos de la Obra de Don Orione en la ciudad de Zarqa.

El pasado de mes de septiembre viajé, junto a otra compañera de Manos Unidas, a Jordania. La crisis de los refugiados sirios acababa de empezar a ocupar titulares en los medios de comunicación occidentales porque empezaban a saltar a Europa de forma algo más organizada y masiva , pero la guerra en el país asiático y las persecuciones a los cristianos en Irak, hacía años que había comenzado.

Conocí a Perla cuando tenía ya poco más de un año  e, igual que cuando salió de Irak meses atrás, amparada por las sombras de la noche el 6 agosto de 2014 ante un ultimátum de ISIS a todos los cristianos de la zona, los brazos de su padre seguían siendo su mejor refugio. Si el conflicto y las persecuciones continúan, Perla irá al colegio en Jordania, como lo hacen Miriam, de diez años y su hermano algo mayor que como Perla, viven en un antiguo internado junto con otras 12 familias.

También conocimos a Jumana que recibe 35 euros al mes en cupones de alimentos. Y Lara, que vive en Zarqa desde hace casi un año con su marido y sus tres hijos, tras huir de la amenaza del ISIS (ejército islámico). La iglesia católica ha escolarizado a los niños, pero su marido, como el resto de los refugiados, no puede trabajar y los ahorros que trajeron se acaban.

Estos son solo algunos de los nombres de las muchas personas que pudimos conocer a los largo de esos días… Hoy, nueve meses después de mi primera visita, escucho en la radio noticias que hablan de esos pequeños refugiados sirios que en su vida no han conocido nada más que la guerra. Y recuerdo a Perla y a Miriam… y a sus padres, agradecidos por haber podido escapar con vida de la amenaza del Ejército islámico en Irak, pero pesarosos por haber tenido que dejar toda una vida atrás. Porque créanme, señores, estas personas abandonan sus hogares por miedo, porque la vida es y será siempre, el más preciado de nuestros dones. Por ello, desde Manos Unidas abogamos por combatir la barbarie y la sinrazón de la guerra, tanto en los países en conflicto como en las naciones que, generosamente, y a pesar de las muchas dificultades, llevan años acogiendo a quienes llaman sus puertas pidiendo refugio. Como Jordania o el Líbano.

Por Perla, por Miriam y por los millones de historias que hay detrás de cada cifra, Manos Unidas seguirá trabajando a favor de la paz, del desarrollo y de la justicia".

Escucha el testimonio de nuestra compañera África en este enlace

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