En la Tierra Indígena del Valle del Javari, situada en el Estado brasileño de Amazonas, en la frontera con Perú, enfermedades como la hepatitis o problemas como el alcoholismo están causando estragos en la población.
La Tierra Indígena del Valle del Javari, situada en el Estado brasileño de Amazonas, en la frontera con Perú es una de las zonas de mayor biodiversidad del mundo y la de mayor concentración de comunidades indígenas aisladas. En ella, enfermedades como la hepatitis o problemas como el alcoholismo están causando estragos en la población, no sólo por el aumento de la mortalidad, sino porque estas dolencias, antaño desconocidas, influyen en el estado anímico de las comunidades y amenazan la conservación de tradiciones ancestrales.
Manos Unidas apoya en Brasil numerosos proyectos centrados en la protección, la defensa y el desarrollo de los pueblos indígenas. El que hoy nos ocupa se lleva a cabo en ocho comunidades de indígenas Marubo y otras ocho de indios Kanamari, que viven en la Tierra Indígena del Valle del Javari, segunda tierra indígena brasileña en extensión, con una superficie que abarca 8,5 millones de hectáreas en las que viven unas 5.000 personas, según la Fundación Nacional del Indio (FUNAI).
En algo más de un siglo, las enfermedades, la explotación y los conflictos derivados del intento de protección de sus tierras frente a las constantes invasiones y agresiones externas, han diezmado la población indígena de la región y continúan amenazando la pervivencia de pueblos como los Marubo, Matis, Mauoruna, Kulina, Kanamari, Dpajá y Kulina-Arawá. y otros grupos de indígenas que están voluntariamente fuera del contacto de la sociedad no indígena.
En la Tierra Indígena del Valle del Javari se dan las situaciones de salud más graves de todos los pueblos indígenas de Brasil. En los últimos once años la malaria, la tuberculosis y, sobre todo, la hepatitis, han causado la muerte al 8% de la población sin que las autoridades se hayan aplicado en mejorar la situación de forma efectiva. Como consecuencia, cada año se ve incrementado el número de hogares monoparentales –fundamentalmente con mujeres como cabeza de familia- con bajos ingresos, y el número de niños huérfanos. Además, el miedo al contagio, el luto y la baja autoestima, están terminando con los rituales, las fiestas y otros eventos que contribuyen a la resistencia de estas comunidades.
De entre todos los pueblos del Vale do Javari los Kanamari, que se localizan en el Río Itacoaí, son los más vulnerables a estos impactos (abandonan sus cultivos y van a la ciudad para buscar los beneficios que ofrecen los programas asistenciales del Gobierno, pero terminan gastándolos en alcohol y las jóvenes suelen estar expuestas a la prostitución). Por su parte, los Marubo reclaman una mejora de la educación escolar indígena: gran parte de los profesores están enfermos y el apoyo que reciben del Gobierno es muy escaso.
La Diócesis do Alto Solimões en colaboración con el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) lleva años denunciando la situación en que se encuentran las comunidades indígenas del Valle del Javari y presionando a los responsables públicos de la salud y la educación para que aporten soluciones. Hasta hoy lo único que han obtenido ha sido la callada por respuesta.
Manos Unidas está apoyando junto con la Diócesis y el CIMI un proyecto de prevención e intervención en asuntos relacionados con la salud. Además, se está trabajando en la mejora de la producción agrícola, en el fortalecimiento y la capacitación de las organizaciones y los líderes indígenas, en la mejora de la educación y en la revitalización cultural. Todo ello a través de:
Con todo ello se habrá conseguido el objetivo de mejorar la calidad de vida de la población a través del fortalecimiento de su cultura y sus conocimientos tradicionales y, fundamentalmente, se habrá capacitado a estos pueblos para reclamar a las autoridades su derecho a una atención pública en salud y en educación de calidad.
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