Trabajo infantil, una red que atrapa a 152 millones de niños

La pandemia de COVID-19 ha aumentado las cifras de trabajo infantil en el mundo.

Vídeo: Manos Unidas en el Día contra el Trabajo Infantil

De los 152 millones de niños que trabajan en el mundo, 75 millones lo hacen en empleos que pueden poner en riesgo su integridad física y su salud. Los sectores que más demandan el trabajo de los más pequeños son el agrícola, el manufacturero vinculado a la industria textil, el del servicio doméstico y otros mucho más degradantes riesgosos como la minería. la prostitución.  

“La explotación, los abusos y las distintas formas de esclavitud están en nuestro día a día, en nuestra ropa fabricada en condiciones infrahumanas, en los minerales de nuestro teléfono móvil extraídos de las minas africanas por niños esclavos... Y tienen su raíz en la pobreza. Es lo que obliga a muchos padres angustiados a abandonar o vender a sus hijos e hijas para pagar sus deudas…”, explica Waldo Fernández, del Departamento de Estudios de Manos Unidas.

La Organización Mundial del Trabajo (OIT) ya ha advertido que es muy probable que las cifras empeoren con el impacto de la COVID-19, que está forzando a muchos niños y niñas abandonen la escuela para trabajar y mejorar, así, la empobrecida economía familiar.

El Director General de la OIT Guy Ryder, se refiera al trabajo infantil como “un problema que roba a los niños su futuro y mantiene a las familias en la pobreza”. Pero el trabajo infantil no solo roba el futuro, sino que impide a los niños vivir. Waldo Fernández lo expone así: “El trabajo infantil hace que estos niños pierden su infancia y su adolescencia. No tienen tiempo para jugar. Se les priva de su crecimiento físico y mental. Se les bloquean sus posibilidades de ascenso social. Y les quedan los traumas emocionales que marcan para siempre, con sus depresiones, confusión de la personalidad, problemas de conducta, pérdida de seguridad en sí mismos, en los adultos, en la sociedad…”.

Niños trabajando en agricultura. Foto: Manos Unidas

Contra el trabajo infantil no hay lugar para la indiferencia. Es imposible no preguntarse si se puede acabar con esta lacra. La respuesta es sí: se puede y se debe acabar con el trabajo y la esclavitud infantil.

¿Cómo hacerlo? La propuesta desde el Departamento de Estudios de Manos Unidas es clara:   

  • En los países donde esta práctica está arraigada, es necesario apoyar a las familias en el acceso a los recursos para que no dependan del trabajo de los menores; facilitar la educación de madres y padres para que, a su vez, apoyen la educación de sus hijos e hijas; e incidir para que sus gobiernos sean responsables de garantizar el derecho a la infancia y a la protección que tienen los niños.
  • Y en las sociedades del Norte, debemos exigir a gobiernos y organismos multilaterales la imprescindible voluntad política para defender radicalmente los derechos de los niños y niñas y promover el bien común. Además, podemos colaborar con aquellas organizaciones e iniciativas que combaten el trabajo y la esclavitud infantil y dejar, de una vez por todas, de consumir productos hechos por niños.

Niño trabajando en agricultura. Foto: Manos Unidas

 

En Manos Unidas apoyamos muchos proyectos que abordan la explotación laboral infantil. Desde hace más de sesenta años, en Manos Unidas estamos comprometidos contra el trabajo infantil y luchamos, todos los días, para evitar que millones de niños se vean obligados a dejar atrás la infancia para trabajar en empleos precarios y mal remunerados.

Son iniciativas que giran sobre todo en torno a la educación. Por ejemplo, la erradicación del trabajo infantil mediante la educación en los campos de té de Dhubri (India); la prevención absentismo escolar y trabajo infantil (Tanzania) o la formación educativa para la prevención del trabajo infantil en comunidad Ayorea (Bolivia).  

 

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