Un ataque a Monseñor Aguirre, a consecuencia de la violencia en la República Centroafricana. El obispo de Bangassou nos cuenta qué papel está jugando la Iglesia en el conflicto que ha llevado a 2.000 musulmanes a refugiarse en la misión católica.
El domingo 14 de mayo, hubo un ataque a Monseñor Aguirre, obispo de Bangassou, cuando mediaba para salvar la vida de 2.000 personas musulmanas desplazadas por la violencia en República Centroáfrica (RCA). Esta noticia llenó de preocupación e incertidumbre a todos los que tienen la fortuna de conocerle y a quienes saben de su encomiable entrega al pueblo centroafricano. Aunque las primeras informaciones fueron confusas, y hasta se llegó a temer por su vida, la incertidumbre duró poco y pronto pudimos escucharle narrar de viva voz, siempre amable y tranquilizador, lo sucedido.
De nuevo el terror y el odio se ceban con la castigada población de la República Centroafricana, donde la sinrazón la violencia en la que la religión se utiliza como excusa para sembrar muerte y destrucción. En esta ocasión han sido los grupos de autodefensa, formados por cristianos, quienes han atacado los barrios musulmanes de Bangassou, forzando la huida de miles de personas que terminaron refugiadas en la mezquita. Tres días ha durado el asedio que se ha saldado con la muerte de cientos de personas, entre ellas el imán.
Monseñor Aguirre nos describe, con el estilo que le caracteriza, cómo está la situación:
Estamos al pie del cañón. Tenemos por aquí a 2000 desplazados musulmanes y los rebeldes andan dando vueltas con sus francotiradores. Intentamos llevar cordura, poner en la misma mesa a la MINUSCA (a misión de mantenimiento de la paz de la ONU) marroquí y a los rebeldes porque entre ellos tienen un 'pique de muerte atroz'.
Y son los desplazados quienes pagan los platos rotos”, nos cuenta refiriéndose al ataque de los rebeldes, la mayoría jóvenes que han recibido armas y entrenamiento, contra un convoy de la MINUSCA que se saldó con la muerte de cuatro soldados.
Los heridos del hospital de MSF huyen porque temen ser asesinados. Esta noche han matado a dos mujeres y las enterramos está mañana. Bueno, medio enterramos, porque llegaron los rebeldes `muy mosqueados’ y tuvimos que dejar el trabajo a la mitad. Hemos intentado ir a por ellos a las 12 h., pero habían quemado el puente. Llamé a la dos líderes rebeldes y ellos mismos han empezado a arreglarlo...
Continúa el prelado español, que en diez líneas ha resumido a la perfección el día a día de la violencia en algunos lugares de la República Centroafricana.
Mañana queremos que rebeldes y marroquíes empiecen a hablarse... Les digo que ojo por ojo hoy y mañana estaremos todos ciegos... Rezamos para que mañana sea mejor que hoy. Concluye.