“Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia”.
“Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia”. Con estas palabras describió el domingo el papa Francisco a los dos nuevos beatos que han sido inscritos en el libro de los Santos de la Iglesia Católica.
La ceremonia celebrada en la plaza de San Pedro del Vaticano, a la que acudieron más de 800.000 fieles llegados desde todos los puntos del planeta, un total de 122 delegaciones oficiales, 24 jefes de Estado y 10 jefes de Gobierno, y que fue seguida por televisión por más de 2.000 millones de personas, se inició con una triple petición del prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, quien, en nombre de toda la Iglesia, suplicó al Papa, primero con “gran fuerza”, después con “mayor fuerza”, y una tercera vez “con grandísima fuerza”, que inscribiera “a estos hijos en el libro de los Santos”.
Una vez terminado el rito de la canonización, dio comienzo la celebración de la Santa Misa. En la homilía que siguió a la proclamación del Evangelio, el Santo Padre recordó cómo estos sacerdotes, obispos y papas del siglo XX “colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos”. “No olvidemos, dijo, que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia”.
Manos Unidas, como organización de la Iglesia Católica, vivió la jornada del domingo con verdadera alegría.
El trabajo de ambos pontífices por el desarrollo de los pueblos más desfavorecidos de la tierra ha sido ejemplo y luz para la tarea de Manos Unidas desde su nacimiento.
Precisamente la Campaña Contra el Hambre nace en España en 1959, durante el pontificado de Juan XXIII.
Además, las 5 encíclicas sociales escritas por ambos Papas forman parte de la base de nuestro trabajo por el desarrollo de los pueblos del Sur: