Monseñor Aguirre relata los días de angustia tras el ataque a la ciudad de Bangassou.
No han sido fáciles los comienzos del año 2021 en Bangassou, la ciudad de la República Centroafricana en la que monseñor Aguirre lleva desarrollando su misión desde hace años. En la noche de 4 al 5 de enero la ciudad cayó en manos de los grupos rebeldes, “muchos de ellos mercenarios y gente del Níger”, explica el religioso cordobés. Desde las cinco de la mañana se escuchó el resonar de la artillería pesada, que dejó más de 30 muertos y heridos.
Monseñor relata cómo los más inocentes son los que más han sufrido el recrudecimiento del conflicto, en vísperas de la Epifanía: “Ha habido niños heridos por las balas perdidas, niños que habían huido al Congo, del que solo nos separa el río, para escapar a la quema. A uno de ellos las balas le han caído como una espada de Damocles sin saber de dónde venían. Hasta en su huida lo ha alcanzado la violencia de los agresores”. Y mostraba su preocupación por los ancianos de la Casa de la Esperanza, “no sé ni cómo están hoy. ¿Se habrán llevado hoy algo a la boca? Siempre los más vulnerables pagan los platos rotos”, lamenta el obispo cordobés.
Casi una semana después, la población que ha permanecido en la ciudad sigue sufriendo las consecuencias de asalto. A monseñor Aguirre le afligen las condiciones de las que se encuentran estas personas.
“Desde el punto de vista humanitario, el 80% de la población lleva una semana en condiciones miserables, miles de niños expuestos a todo, de ancianos también... Hacinados.... Esperemos que no entre un covid19 entre ellos…”.
“Nosotros nos hemos traído a casa, durante los días de tumulto e inseguridades, a un grupo de huérfanos del orfanato. Aquí están distraídos. También ellos son inocentes, los miras a los ojos y no saben nada de rebeldes, de mercenarios, de luchas de poder... Sólo oyen los tiros y las ráfagas y se asustan mucho”, relata el obispo de Bangassou.
En la ciudad se vive una calma tensa… La gente tiene miedo al pillaje de los rebeldes, “aunque ayer, cuando hablé con ellos, me dijeron que no habrá pillaje…”, relata monseñor, que se plantea cómo conseguir que estas personas vuelvan a sus casas: “¡Veremos qué hacer! Si vienen los 50 seminaristas de Ndou (pueblo del Congo en la otra orilla del rio Mboumou), luego mucha población volvería siguiendo esa puerta abierta”.
“Que el Señor proteja a los primeros que pasen. Mañana pasará nuestro ecónomo...”.
Y mientras tanto, la comunidad internacional, enredada en sus luchas de poder...