Ante el auge del narcotráfico, el sentimiento de abandono se extiende por la Amazonía peruana.
Los datos del informe elaborado por el Instituto del Bien Común (IBC) confirman que en solo cinco años han sido asesinados 27 líderes de distintos pueblos indígenas, hay 274 comunidades afectadas y 7400 hectáreas de selva arrasadas por el avance de cultivos ilegales de coca, pistas de aterrizaje clandestinas y laboratorios de droga.
«Desde 2020, seis líderes del pueblo kakataibo han sido asesinados. No sabemos quiénes serán los próximos», denuncia Marcelo Odicio, presidente de la Federación Nativa de Comunidades Kakataibo (FENACOCA), organización con la que colabora Manos Unidas.
En 2025, la situación es más crítica que nunca: en el Perú, al menos 717 comunidades indígenas siguen sin título de propiedad, completamente expuestas a invasiones, contratos fraudulentos y el acaparamiento de sus territorios. En los últimos años, se han identificado más de 500 pistas de aterrizaje clandestinas dentro de territorios indígenas, utilizadas para el tráfico de cocaína hacia Brasil y Bolivia.
Manos Unidas trabaja desde hace años junto a organizaciones locales como IBC y CAAP para fortalecer la resistencia de las comunidades amazónicas; un proceso que combina el fortalecimiento de los autogobiernos indígenas con la formación en derechos territoriales, el acompañamiento legal para la titulación colectiva de tierras y el apoyo a líderes amenazados.

