773 millones de jóvenes y adultos carecen de competencias básicas de alfabetización.
Con motivo del Día Internacional de la Alfabetización, que se celebra el 8 de septiembre, y en el marco de su campaña «Nuestra indiferencia los condena al olvido», Manos Unidas pone el foco en aquellas personas que no tienen acceso a la educación o que, ya adultas, no han adquirido las nociones básicas de lectoescritura que les permitan hacer frente con ciertas garantías a su día a día.
Según la Unesco, en pleno siglo XXI, en la era de la digitalización, «773 millones de jóvenes y adultos de todo el mundo siguen careciendo de las competencias básicas de alfabetización, y el impacto de la pandemia del COVID-19 pone en peligro los logros alcanzados con tanto esfuerzo en materia de alfabetización».
Las mujeres y niñas conforman las dos terceras partes de los 773 millones de personas sin alfabetizar.
Aunque la alfabetización y el derecho a la educación estén ratificados por diversos acuerdos internacionales y legislaciones nacionales, la realidad es que muchos Estados no cumplen lo prometido.
Para Manos Unidas el acceso a la educación es un derecho clave sin el que no se podría alcanzar ninguno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible previstos para 2030.
«El analfabetismo es sinónimo de falta de oportunidades, de déficit de participación, de cronificación de la pobreza y de aumento de la desigualdad», asegura María José Hernando, del departamento de Estudios de Manos Unidas.
Las mujeres y las niñas son, una vez más, las más afectadas por estas carencias derivadas de la falta de alfabetización. La desigualdad en el reparto de las tareas en el hogar, así como las costumbres y tradiciones de ciertas comunidades, sitúan a las mujeres en un plano de inferioridad frente a los hombres en cuestiones de alfabetización.
«Mientras sobre las mujeres y las niñas sigan recayendo la gran mayoría de las tareas del hogar (recogida de agua y de leña, cuidado de las personas, limpieza, trabajo en el huerto y con los animales…) perdurará esa desigualdad en materia de educación», explica Hernando.
En la mayoría de los hogares más empobrecidos, cuando tienen que elegir entre un niño y una niña para asistir a la escuela, normalmente se elige al varón.
«Además –continúa María José Hernando–, en algunos lugares del mundo prevalecen costumbres como el matrimonio infantil que convierte a las niñas en adultas, de manera prematura, y les priva de su derecho a estudiar y, con ello, a prosperar y a tener un papel relevante en la sociedad».
La ONG de la Iglesia católica hace hincapié en la falta de oportunidades derivadas de las carencias educativas. Según Hernando, «las personas que no saben leer ni escribir tienen más dificultades para conocer sus derechos y para ejercerlos».
«En Manos Unidas somos conscientes del poder que tiene la alfabetización en las sociedades y países en desarrollo. Por ello, además de denunciar, concienciar y trabajar para sensibilizar a la sociedad española acerca de esta realidad que condiciona la vida de millones de personas en los países en los que está presente, ponemos en marcha cada año más de un centenar de iniciativas de carácter educativo con las que garantizar este derecho en las comunidades en las que trabajamos», informa Hernando. «Muchas de estas iniciativas están dirigidas, principalmente, a la escolarización de las niñas y a la alfabetización de las mujeres», asegura.
La falta de oportunidades que tiene que ver con el analfabetismo genera y alimenta el círculo de la pobreza.
En 2021 Manos Unidas aprobó 108 proyectos de carácter educativo por un importe superior a los 6,5 millones de euros, para apoyar directamente a 154.000 personas.
Uno de ellos se ubica en Benín, donde Manos Unidas colabora con los padres Salesianos en un proyecto de apoyo a la educación y fomento de la alfabetización. La iniciativa, localizada en Parakou, tiene como objetivo construir un complejo escolar en el que niños y niñas tengan acceso a una educación de calidad. La creación de este nuevo centro supone equipar adecuadamente las aulas y el bloque de dirección y administración de la escuela, que antes estaban ubicadas en diferentes salas parroquiales, siguiendo la política de la diócesis «una parroquia-una escuela».
Esta intervención está destinada a apoyar directamente a 706 personas: 330 niñas, 270 niños, 100 mujeres, 5 profesoras y 1 profesor. De forma indirecta el proyecto beneficiará a las familias de estas los participantes, lo que supone un total de más de 3.500 personas.
A lo largo de la mañana se impartirá educación primaria a los 600 alumnos matriculados y por la tarde se realizarán actividades de alfabetización para 100 mujeres adultas de entre 20 y 22 años en dos tandas. La intención de la formación, que se realizará tres veces por semana, es que estas mujeres puedan realizar sus trabajos y otras actividades para generar ingresos con mayor autoestima y capacidad de liderazgo.
El proyecto nace como fruto de la creciente demanda de la educación en el sector primario y de las inadecuadas infraestructuras educativas que ofrecían las salas parroquiales de la escuela María Auxiliadora. La nueva escuela se asegurará de que todos los niños de entre 5 y 13 años que antes no podían estudiar en el centro lo puedan hacer ahora gracias a la puesta en marcha del proyecto.