Día Mundial de los Refugiados 2025
Cada 20 de junio, el mundo conmemora el Día Mundial de los Refugiados, una fecha designada por las Naciones Unidas para rendir homenaje a la fuerza, el coraje y la resiliencia de quienes se han visto obligados a abandonar sus hogares a causa de guerras, persecuciones, violencia o desastres naturales.
Desde Manos Unidas, nos sumamos a esta jornada internacional para visibilizar la situación de las más de 123,2 millones de personas desplazadas forzosamente en el mundo. Una cifra alarmante que equivale a 1 de cada 67 personas en el planeta.
Aunque el número total de personas desplazadas sigue en aumento, el último informe de ACNUR refleja un ligero descenso del 1 % en la población refugiada durante 2024, situándola actualmente en 42,7 millones de personas. Millones de vidas interrumpidas, hogares perdidos, derechos vulnerados…, pero también millones de historias de esperanza y dignidad que se abren paso incluso en las circunstancias más adversas.
Según la Convención de Ginebra de 1951, se considera refugiada a toda persona que se ve obligada a huir de su país de origen por fundados temores de persecución por razones de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social o convicciones políticas.
A esta realidad se suman los desplazados internos, personas que, aunque no cruzan fronteras internacionales, también se ven forzadas a huir dentro de su propio país. En ambos casos, hablamos de poblaciones que requieren una protección internacional urgente.
Contrariamente a lo que muchas veces se cree, la gran mayoría de las personas refugiadas no vive en países ricos. Según ACNUR, el 73 % son acogidas por países de renta media y baja, y el 67 % en países vecinos a sus lugares de origen.
Actualmente, los países que acogen a más personas refugiadas son Irán (3,8 millones), Turquía (3,1 millones), Jordania (3 millones), Alemania (2,59 millones), Palestina (2,48 millones). Por su parte, los principales países de origen son Siria (6,5 millones), Afganistán (6,1 millones), Ucrania (5,9 millones), Sudán del Sur (2, 23 millones), Myanmar (1,27 millones).
En Manos Unidas trabajamos desde hace más de seis décadas por la defensa de la dignidad humana y la justicia social. En muchos de los países donde estamos presentes —especialmente en contextos marcados por la violencia, el hambre o el cambio climático— acompañamos a comunidades desplazadas o en riesgo de movilidad forzosa. Junto a nuestros socios locales, impulsamos proyectos centrados en:
Uno de los ejemplos más significativos de este compromiso es nuestro trabajo en Sudán del Sur, un país que desde su independencia en 2011 ha estado marcado por una inestabilidad política casi constante, con múltiples conflictos armados internos, desplazamientos masivos y una crisis humanitaria crónica.
Actualmente, más de cuatro millones de personas han tenido que abandonar sus hogares en Sudán del Sur. Muchas viven en campamentos para desplazados internos o han buscado refugio en países vecinos, en condiciones extremadamente precarias.
En colaboración con la diócesis de Tombura-Yambio, Manos Unidas está apoyando un proyecto que responde directamente a las necesidades de cientos de familias desplazadas por la violencia. Esta intervención incluye distribución de alimentos básicos para garantizar la seguridad alimentaria, acceso a agua potable y kits de higiene, esenciales para prevenir enfermedades, asistencia médica de emergencia, especialmente para mujeres, niños y personas mayores y espacios seguros de acogida, donde las personas puedan permanecer protegidas de la violencia
Además de cubrir las necesidades materiales más urgentes, este proyecto pone el foco en la protección de la dignidad humana, en contextos donde el sufrimiento y el abandono parecen haberse normalizado. El acompañamiento espiritual, la escucha activa y el trabajo conjunto con la comunidad local son claves para reconstruir la esperanza de los refugiados que lo han perdido todo.
En este Día Mundial de los Refugiados, desde Manos Unidas reafirmamos nuestro compromiso con la defensa del derecho a la protección, con el impulso de políticas de acogida dignas y con la construcción de un mundo donde nadie se vea obligado a huir para sobrevivir.