Los problemas a los que se enfrenta el mundo en la actualidad, no se deben a una única causa, sino a muchas causas entrelazadas. Por eso, si queremos lograr un cambio en las estructuras que perpetúan las injusticias, la desigualdad y la insostenibilidad medioambiental, debemos actuar desde una perspectiva sistémica: con un enfoque nuevo que tenga en consideración las múltiples conexiones y dependencias entre los diferentes actores que forman parte del sistema, así como la relación de todos con la naturaleza. Con el objetivo de afrontar este enfoque y lograr caminar hacia ese cambio del sistema, hace tan sólo unas semanas se ha celebrado en Lovaina (Bélgica) el I Foro de Cambio Sistémico organizado por CIDSE, la alianza internacional formada por 18 organizaciones católicas de desarrollo de Europa y América del Norte, a la que pertenece Manos Unidas.
En la actualidad nos enfrentamos a una crisis compleja, multicausal y multifacética; una crisis social, económica, ambiental y espiritual. Históricamente está enraizada en modelos de patriarcado, colonialismo y racismo, que han generado un modelo económico mundial disfuncional que no respeta la naturaleza ni los derechos humanos. Mientras en el mundo aumenta la pobreza, las desigualdades, la concentración de poderes, la pérdida de soberanía alimentaria y la injusticia; también son cada vez más los defensores de los derechos humanos que se ven amenazados y las personas más vulnerables que padecen las consecuencias de un modelo de producción y consumo basado en una explotación sin escrúpulos, tanto de los seres humanos como del planeta.
En la base de esta crisis está la relación de la humanidad con la naturaleza, que incluye la mercantilización de los recursos naturales para obtener el máximo beneficio. Seguimos dependiendo del PIB como medida única de progreso y con el capitalismo como la única forma de organizar nuestra sociedad. Como resultado tenemos una sobreexplotación de los recursos naturales con el riesgo de extinguirlos. Muchos ecosistemas están al borde del colapso: pérdida de biodiversidad, contaminación del aire, agua y suelos, degradación del suelo, acidificación de los mares. Algunos hablan ya del “colapso climático”.
Como reacción a la crisis actual, muchas personas y organizaciones que nos encontramos en sociedades desarrolladas y responsables del exceso en el consumo, explotación y contaminación, nos cuestionamos nuestra forma de vida y cómo está organizada nuestra sociedad. La recuperación de valores como la sobriedad o la simplicidad ofrecen el potencial de crear un amplio movimiento de transición hacia la justicia climática, el post-extractivismo, la soberanía alimentaria, la igualdad de género, etc. En base a estas experiencias, se cuestionan y empiezan a transformar las relaciones con la naturaleza, entre personas y entre pueblos. Y también en los países del Sur existen numerosas experiencias que muestran otra forma de concebir la vida y la relación con las personas y la naturaleza, de una manera más responsable y respetuosa.
En general tendemos a ver el mundo desde una única perspectiva. En el sector del desarrollo llevamos décadas centrándonos sobre todo en cuestiones económicas y sociales. Pero la inclusión, ya imparable, del medio ambiente como tercera dimensión, nos permite tener una nueva perspectiva.
Los problemas a los que se enfrenta el mundo en la actualidad, no se deben a una única causa, sino a muchas causas entrelazadas. Por eso, si queremos lograr un cambio en las estructuras que perpetúan las injusticias y la desigualdad, y la insostenibilidad medio ambiental, debemos actuar desde una perspectiva sistémica: con un enfoque nuevo que tenga en consideración las múltiples conexiones y dependencias entre los diferentes actores que forman parte del sistema, así como la relación de todos con la naturaleza.
Además, si pensamos de manera sistémica, es decir, atendiendo a las interedependencias que existen a nivel global, cambiamos no sólo nuestro modo de afrontar la realidad y encontrar soluciones, sino que también modificamos esquemas y marcos mentales que cambian nuestras narrativas, o lo que es lo mismo, el modo de contar las cosas.
Con el objetivo de afrontar este enfoque y lograr caminar hacia ese cambio sistémico, hace tan sólo unas semanas se ha celebrado en Lovaina (Bélgica) el I Foro de Cambio Sistémico organizado por CIDSE, la alianza internacional formada por 18 organizaciones católicas de desarrollo de Europa y América del Norte, a la que pertenece Manos Unidas.
Durante dos días, 17 y 18 de abril, se reunieron, trabajaron y compartieron conocimientos y experiencias cerca de un centenar de personas procedentes de 27 países. Concretamente de los 15 países de Europa y América del Norte donde se ubican las organizaciones de CIDSE: Bélgica, Holanda, Reino Unido (Inglaterra, Gales, Escocia) Francia, Estados Unidos, Canadá, Italia, España, Suiza, Portugal, Austria, Alemania, Irlanda, Eslovaquia y Luxemburgo; y de otros 12 países de donde vinieron representantes de nuestras organizaciones y socios locales en terreno: Sudáfrica, Ecuador, India, República Democrática del Congo, Filipinas, Colombia, El Salvador, Brasil, Costa de Marfil, Bolivia, Myanmar y Mozambique.
Este I Foro de Cambio Sistémico, que nace con vocación de celebrarse cada dos años y que es fruto e inspiración de la Doctrina Social de la Iglesia y la encíclica del papa Francisco, Laudato Sí, ha tenido lugar a través de trabajo en grupos temáticos y sesiones plenarias bajo el lema planteado por este encuentro: “Hacia un replanteamiento de nuestra relación con la naturaleza”. Concretamente se pudo trabajar en los siguientes talleres y grupos de trabajo, siempre de manera experiencial y participativa:
El objetivo de este encuentro internacional ha sido conocer mejor la crisis mundial y del sistema que vivimos y aprender y compartir, con otras organizaciones y con nuestros socios locales, cómo afrontar el cambio para que sea también sistémico. También se han tratado de identificar modos en los que llevar a cabo ese cambio de manera personal y en nuestro trabajo como organizaciones de desarrollo para lograr dar solución a los problemas a los que nos enfrentamos de desigualdad, hambre, desastres ecológicos, vulneración de derechos humanos…etc. Además de reflexionar, experimentar y aportar ideas para que se produzca ese cambio sistémico que queremos promover a través de nuestro día a día y como organizaciones católicas de desarrollo unidas en CIDSE.
A lo largo de los días de trabajo y como fruto de estas jornadas de diálogo y reflexión vividas, surgieron numerosas alianzas y conexiones entre organizaciones y entre socios locales con iniciativas en las que trabajar en red, propuestas de cambio en nuestras narrativas y modo de comunicar la realidad desde el Norte, la certidumbre de que necesitamos reconectar con la naturaleza y trabajar unidos, la identificación de posibles citas internacionales de la agenda global en las que participar e incidir, así como la identificación de aquellos límites que no pueden ser franqueados cuando intervenimos en los países en los que trabajamos.