Manos Unidas se hace eco del comunicado del Patriarca Latino de Jersusalén.
"Los Patriarcas de las Iglesias estamos profundamente preocupados y descorazonados por los recientes acontecimientos violentos que han tenido lugar en Jerusalén Este, en la mezquita de Al Aqsa y en Sheikh Jarrah, que violan la santidad de las personas de Jerusalén y de Jerusalén como “Ciudad de Paz” y que requieren de una intervención urgente.
La violencia contra los creyentes mina su seguridad y sus derecho a acceder a los lugares sagrados y a rezar en libertad. El desalojo forzado de los palestinos de sus hogares en Sheikh Jarrah es también una violación inaceptable de un derecho humano fundamental: el derecho a un hogar. Es una cuestión de justicia para los habitantes de la ciudad el poder vivir, rezar y trabajar de acuerdo a la dignidad de cada cual; una dignidad otorgada por Dios a la Humanidad.
En cuanto a la situación de Sheik Jarrah, nos hacemos eco de la palabras de Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos que dice que la ley se “ha aplicado de manera inherentemente discriminatoria”. Esto ha encendido la llama en medio de las crecientes tensiones en Jerusalén en general. Lo que hoy nos ocupa no es una cuestión de disputas inmobiliarias entre particulares, sino un asalto impulsado por una ideología extremista, que niega el derecho a la existencia de una persona en su propio hogar.
También preocupa especialmente el derecho de acceso a los lugares sagrados. A los creyentes palestinos se les ha negado el acceso a la mezquita de Al Aqsa durante el mes de Ramadán. Esta demostración de fuerza hiere el espíritu y el alma de la Ciudad Sagrada, cuya vocación es ser un lugar abierto y acogedor; ser un hogar para todos los creyentes, con igual dignidad, derechos y deberes.
La postura histórica de las Iglesias de Jerusalén ha sido siempre clara respecto a nuestra denuncia de cualquier intento de hacer de Jerusalén una ciudad exclusiva para algunos.
Jerusalén es una ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas y, basándose en el derecho internacional y en relevantes resoluciones de Naciones Unidas, es también una ciudad en la que los palestinos, cristianos y musulmanes, tienen el mismo derecho a construir un futuro basado en la libertad, la igualdad y la paz. Y pedimos también respeto absoluto por el histórico status quo de todos los lugares sagrados, incluyendo el recinto de la mezquita de Al-Aqsa.
Las autoridades que controlan la ciudad deberían proteger el carácter especial de Jerusalén, llamado a ser el corazón de las creencias de Abraham, un lugar de oración y encuentro, abierto a todos y en el que todos los creyentes y ciudadanos, de cualquier creencia y procedencia, puedan sentirse en casa y proegidos con garantia.
Nuestra Iglesia ha dicho claramente que la paz requiere justicia. Mientras los derechos de todos, los israelíes y los palestinos, no se mantengan y se respeten, no habrá justicia y, por lo tanto, no habrá paz en la ciudad. Es nuestro deber no ignorar la injusticia ni las agresiones contra la dignidad humana sin tener en cuenta quien las cometa.
Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional, a las Iglesias y a todas las personas de buena voluntad para que intervengan para poner fin a estas provocaciones y para que continúen rezando por la paz de Jerusalén. Nos unimos en oración a las intenciones del papa Francisco para que “se respete la identidad multireligiosa y multicultural de la Ciudad Sagrada y que prevalezca la fraternidad.”
9 de mayo de 2021