Ser mujer en Kanzenze no es nada fácil. En la República Democrática del Congo, la misión de la mujer se entiende exclusivamente como cuidar de la casa y ser madre. Pero esto está cambiando gracias a la fuerza y valentía de las mujeres —niñas, jóvenes y adultas—, al apoyo de la Congregación Pureza de María y a Manos Unidas.
Manos Unidas llegó a Kanzenze en 2014, cuando las hermanas de la Congregación Pureza de María acababan de asumir una escuela de primaria existente desde 1936 pero en un estado tal de abandono que hacía imprescindible su rehabilitación y la formación del personal. Las hermanas tenían, además, otro importante proyecto: construir un nuevo instituto de secundaria que se llamaría Uzima.
Lo que más preocupaba a la Congregación era la educación de las niñas, adolescentes y jóvenes porque 9 de cada 10 niñas de la zona no iban a la escuela.
Lo que más preocupaba a la Congregación era la educación de las niñas, adolescentes y jóvenes porque 9 de cada 10 niñas de la zona no iban a la escuela. Y, si la mujer no estudia, es más fácilmente manipulable. En ese medio rural no se puede hablar de mujer sin hablar de violencia… Nos referimos a la violencia sexual —en violaciones y casos de abuso (la inmensa mayoría de ellos en el entorno familiar o conocido)—; la violencia que considera a la mujer como responsable de las enfermedades de transmisión sexual; la violencia de muchos partos realizados en condiciones pésimas; la violencia contra las mujeres que sufren agresiones de toda índole y que no son creídas, que son ridiculizadas y que no tienen adonde ir; la violencia dentro de la pareja, en trabajos pesados y muy duros…
Manos Unidas y las hermanas acompañan a la comunidad para que hagan frente a estas inaceptables situaciones a través de la generación de procesos en los que la gente es protagonista de su propio desarrollo. Y los frutos de este trabajo son ya visibles. Hoy, en la escuela hay 612 alumnas y en el instituto de secundaria 455 alumnos de los que la mitad son chicas.
El internado de chicas alberga 88 internas y el de chicos 73 internos. Los chicos, en un sistema de formación integral, aprenden también tareas de la casa y se forman sobre la equidad entre mujeres y hombres. Hay niñas, adolescentes y jóvenes con proyectos de futuro inimaginables años antes. Y hay chicos que crecen con otra mentalidad, que saben que una niña puede ser más inteligente que ellos y que, en todo caso, es igual que ellos en dignidad y derechos. La presidenta del instituto es una chica, Anne Marie, votada por mayoría absoluta.
Al acompañar a las comunidades desde el nacimiento de los proyectos, pudimos analizar las causas de la pobreza que sofoca la vida de la gente. Juntos, nos dimos cuenta de que muchos problemas venían por la falta de acceso al agua. Es el caso de las niñas que no iban a estudiar porque eran las encargadas del acarreo de agua y de las tareas domésticas. O el Hospital, donde la falta de agua afectaba a las 120.000 personas a las que se atendía. De ahí nació un proyecto de abastecimiento de agua y formación en higiene y saneamiento, con la colaboración de Canal Voluntarios y Manos Unidas. |
En el Hospital de Kanzenze —equipado con el apoyo de Manos Unidas—, existen varios programas específicos para mujeres: consulta prenatal y postnatal, asistencia a partos y abortos y prevención de la transmisión del SIDA de madres a hijos. Además, hay doctoras, enfermeras, jefas de departamento y cooperantes mujeres que, durante uno o varios meses, comparten sus conocimientos y experiencias.
La vida de las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres está cambiando, en un camino sin marcha atrás hacia el reconocimiento de su dignidad y de su participación activa en la sociedad.
En Kanzenze hay, además, un lugar muy especial: el Centro para la Promoción de la Mujer Rural, situado dentro del instituto Uzima, en el que las mujeres que no han tenido la oportunidad de estudiar, aprenden a leer y a escribir, contabilidad, corte y confección y otros conocimientos que les permiten aprender un oficio y compartir nuevas realidades.
Con Manos Unidas, la vida de las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres está cambiando, en un camino sin marcha atrás hacia el reconocimiento de su dignidad y de su participación activa en la sociedad. Este camino se hace con convicciones claras y tenacidad, y con la certeza de que los sueños compartidos acaban por cumplirse.
Texto de Hna. Victoria Braquehais (Congregación de la Pureza de María) y Mabel Ibáñez (Departamento de Proyectos de África de Manos Unidas).
Este artículo fue publicado en la Revista de Manos Unidas nº 209 (junio-septiembre 2019).