Religiosa Franciscana Estigmatina de las Hijas del Niño Jesús.
Nacida en Regueras de Arriba, un pequeño pueblo agrícola de León, María Jesús Pérez Mateos supo desde niña que su camino estaría ligado al de los más pobres. Hoy, como directora ejecutiva del Movimiento “Maquita Chuchunchic Comercializando como Hermanos” (MCCH) en Ecuador, continúa trabajando por un mundo más justo y sostenible, acompañando a miles de familias campesinas.
Las aguas del río Órbigo y los campos de trigo de su infancia no solo forjaron su carácter, también alimentaron su sueño de una sociedad justa para todos. “Crecí en un ambiente de trabajo sacrificado y de fuerte compromiso con la justicia social”, recuerda. Un espíritu que fue tomando forma también gracias a los testimonios de vida de su tía Angelita, misionera en Ecuador, y de su tío Alfredo, asesinado en Chad en 1975 por su defensa de los más pobres.
A los 17 años, María Jesús dejó atrás su hogar para buscar nuevos horizontes. Inició su formación con las Franciscanas Estigmatinas de Astorga, donde se encendió en su corazón la llama de la justicia y de la fraternidad universal, siguiendo las huellas de Francisco de Asís.
Ese deseo de compartir las luchas y esperanzas de otros pueblos la llevó, en 1984, a aterrizar en Quito (Ecuador). Allí la esperaban su tía Angelita, la religiosa Paulina Fiorentino y el padre José Carollo, quienes la guiaron en su camino de inserción en comunidades rurales y urbanas empobrecidas. En barrios como Santa Rita, en el sur de la capital, María Jesús conoció de cerca la vida y el sufrimiento de tantas familias, pero también su esperanza y capacidad de organización.
Inspirada por el documento de Opciones Pastorales del Ecuador —"que el dolor y las aspiraciones del pueblo, particularmente de los pobres, nos hagan sentir hondamente sus necesidades”—, se convirtió en parte activa de las Comunidades Eclesiales de Base, de las organizaciones de mujeres, de los jóvenes y de los movimientos campesinos.
En 1985, y junto a otros líderes comunitarios, puso en marcha una experiencia que marcaría su vida: “Comercializando como Hermanos” (CCH), una iniciativa que conectaba directamente al campo con la ciudad, buscando la justicia social y la soberanía alimentaria.
Fue en una asamblea comunitaria, escuchando el Evangelio, donde el mensaje de Jesús —“Denles ustedes de comer”— inspiró el nacimiento del movimiento Maquita Chuchunchic Comercializando como Hermanos (MCCH). Su nombre, una combinación del idioma quichua y del español, refleja el sentido profundo de este trabajo: dar de comer, sí, pero también organizarse, dignificar y transformar.
Con el paso de los años, el MCCH creció como una propuesta concreta de economía social y solidaria, y como un espacio de lucha por los derechos de las mujeres, la justicia social y el cuidado del planeta. María Jesús, que en 2009 recibió la nacionalidad ecuatoriana, reconoce con gratitud haber sido acogida como hija de este pueblo que también es ya el suyo.
Hoy, desde la Dirección Ejecutiva de MCCH, su compromiso sigue más vivo que nunca: “Generar cambios sostenibles que mejoren vidas”. Una frase que resume el trabajo colectivo que realiza junto a miles de familias campesinas, construyendo alternativas económicas, educativas y sociales desde la dignidad y la solidaridad.
Nuestra política con los pobres de la tierra es dar respuestas de dignidad de vida, al estilo de Jesús de Nazaret.
Este año, María Jesús Pérez Mateos ha sido invitada por Manos Unidas a formar parte de la campaña “Compartir es nuestra mayor riqueza”. Su vida y su testimonio encarnan, de forma profunda y coherente, el mensaje que queremos transmitir: que compartir no es dar lo que sobra, sino construir juntos un futuro digno, desde la justicia, la fe y la fraternidad.
Su experiencia de más de 40 años al lado de las comunidades más vulnerables en Ecuador es una muestra viva de que la solidaridad es la mayor fuerza transformadora. Con María Jesús compartimos camino, misión y esperanza.
La historia de María Jesús, tejida de entrega, fraternidad y acción concreta, refleja también la misión que desde Manos Unidas compartimos: poner en el centro a las personas más vulnerables y caminar a su lado para transformar el mundo.