La migración haitiana a Dominicana es un drama ante el que no cabe la indiferencia.
Miles de migrantes, especialmente mujeres y niños, llegan cada año a República Dominicana huyendo del hambre y la pobreza que azota Haiti
El verano de 2021 fue determinante para los habitantes de Haití. La situación migratoria ha empeorado notablemente tras el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïseue en julio, y el terremoto de magnitud 7.2 en agosto. Los desastres naturales y conflictos humanos no son solo los únicos factores que obligan a su población de Haití a abandonar el país; los altos índices de pobreza y hambre fuerzan. especialmente a las generaciones más jóvenes, a huir.
Para el padre Tomás García, misionero mercedario que trabaja en República Dominicana combatiendo el trabajo infantil, en Haití reina el desastre. «Cualquiera utilizaría todo lo que tuviera a mano para poder salir de allí, viven en condiciones muy duras», explica. A través de otros países los migrantes haitianos intentan llegar a Estados Unidos, que suele ser su destino final. No obstante, una vez que llegan son deportados sin posibilidad de recibir asilo. Según el misionero español, la consecuencia «inmediata» es que el flujo migratorio haitiano se asienta en el país más próximo, República Dominicana, «que también experimenta grandes niveles de pobreza».
Las mafias juegan un papel clave entre ambos países estableciendo un control migratorio paralelo al marcado por el de los gobiernos de República Dominicana y Haití. Ofrecen falsas promesas para agilizar la documentación legal de las personas migrantes a cambio de grandes sumas. Desde el punto de vista del Padre Tomás, la gestión migratoria sería menos dramática y dañina si las mafias dejaran de obstaculizar la ayuda de las organizaciones humanitarias que se envia a Haití.
Todo el mundo ganaría si las mafias se hicieran a un lado. Haití recibiría más recursos y República Dominicana no tendría tanta presión migratoria
Aunque los migrantes haitianos consigan asentarse en República Dominicana, muchos nunca llegan a conseguir documentación legal en el país. Esto se explica por los largos procedimientos administrativos y la falta de recursos. En consecuencia, las personas migrantes no están amparadas por un registro legal y tampoco tienen acceso a servicios públicos básicos como la sanidad o la educación. La Orden de la Merced, congregación a la que pertenece el Padre Tomás, trabaja con escuelas públicas para que al menos los niños más pequeños puedan tener una educación básica.
"Además de trabajar con colegios realizamos programas para alfabetizar y para frenar la desigualdad escolar entre los niños migrantes. Nos esforzamos todos los días para que su situación no caiga en el olvido", Padre Tomás
Las medidas contra la presión migratoria no son algo nuevo. En 2013, una sentencia del Tribunal Constitucional Dominicano convirtió en apátridas a miles de personas con ascendencia haitiana. Aunque la sentencia fue matizada en los meses posteriores, al flexibilizar las condiciones para recuperar la nacionalidad, las vías para volverla a obtenerla eran demasiado complicadas y no dejaban casi margen de maniobra a los afectados
Este tipo de medidas, unidas a la creciente pobreza en ambos países y a un clima político altamente polarizado, -que culpa a la migración de la mayoría de sus problemas- han contribuido a la vulneración de los derechos humanos de los haitianos en República Dominicana.
No obstante, aunque pocos, hay veces que los migrantes haitianos llegan a ser reconocidos como ciudadanos de República Dominicana. Este es el caso de Maribel Antonios, que hace 43 años dejó Haití para empezar una nueva vida en el país vecino. Maribel, que trabaja en la comunidad de Dajabón manteniendo todo tipo de cultivos vegetales y ha conseguido la documentación legal después de muchos años de tira y afloja con las instituciones de República Dominicana, apela al apoyo de la comunidad internacional para que sus compatriotas lo tengan «más fácil»
A pesar de que esta crisis migratoria se desarrolla lejos de nuestras fronteras, el padre Tomás afirma que siente que "el corazón de los españoles está en el corazón del que sufre tanto cerca como de los que están lejos". Agradece la solidaridad y la cercanía del pueblo español que, según él, se pone en los zapatos de los demás sin dejar que ninguna situación de injusticia social caiga en el olvido.