En los últimos años Manos Unidas ha colaborado con la Asociación Tetuaní de Iniciativas Sociolaborales (ATIL) en la prevención del abandono escolar en Marruecos por medio de la inclusión de la educación preescolar en centros públicos de enseñanza. A esta línea de trabajo se ha sumado una nueva iniciativa orientada a la prevención de la radicalización violenta por parte de los jóvenes.
La Asociación Tetuaní de Iniciativas Sociolaborales es una ONG aliada de Manos Unidas que lleva trabajando desde 1993 para prevenir el abandono escolar, la exclusión social y la radicalización de los jóvenes, así como para promover su inserción laboral.
A su paso por Madrid, conversamos con Mohamed Fuad Amrani, director de ATIL, para conocer mejor las causas del abandono escolar en Marruecos, así como el fenómeno de la radicalización violenta y el extremismo por parte de los jóvenes.
Pedagógicamente es vital que el alumno tenga contacto cuanto antes con el ámbito educativo. Las estadísticas son claras: hay muchas más posibilidades de que abandonen la escuela alumnos que no han tenido acceso a la educación preescolar que alumnos que sí lo han tenido. Aquellos inician primaria con un déficit respecto a estos; y si a esta descompensación se añaden otros factores socioeconómicos de las familias y la falta de respuestas pedagógicas adecuadas, la probabilidad de abandono escolar aumenta exponencialmente. Todos los pedagogos y profesores afirman que no podemos esperar a que los chicos se escolaricen con seis años; es demasiado tarde.
No podemos esperar a que los chicos se escolaricen con seis años; es demasiado tarde.
Se trata de un problema general en el país y es en Tánger-Tetuán-Alhucemas, la región donde intervenimos, donde encontramos una de las tasas más altas. Las causas son heterogéneas. Hay factores socioeconómicos que obligan a los jóvenes a abandonar sus estudios y buscar trabajo (subempleos, en la mayoría de los casos) para ayudar a la subsistencia de sus familias; hay factores educativos, ya que la praxis pedagógica de los profesores no es la adecuada para integrar al alumnado que proviene de contextos de exclusión social; hay factores culturales que, por ejemplo, favorecen que un porcentaje significativo de chicas abandonen sus estudios para ayudar en las tareas del hogar o para casarse… Es un problema realmente complejo que requiere de intervenciones sistémicas que incidan sobre esos factores.
La situación socioeconómica y política es una de ellas: la degradación del sistema público de educación y la corrupción endémica que sufre el país ha hecho que muchos jóvenes pierdan la esperanza y no atisben horizontes de mejora en su vida. En este contexto, el discurso del extremismo islamista, que lleva muchos años propagándose, ha ido calando entre las generaciones más jóvenes. Hay países, de la zona del Golfo principalmente, que han invertido mucho en exportar una versión radicalizada del islam que se ha introducido en Marruecos sin que el gobierno ni la sociedad civil hayan puesto barreras de contención. Al joven que tiene pocas expectativas de futuro le llegan muchos mensajes que le orientan a tomar posiciones radicalizadas. Lo que hacemos con el apoyo de Manos Unidas es intentar contrarrestar el discurso extremista desde el ámbito de la educación y la cultura, porque la transmisión de valores es clave en estos procesos.
Los discursos extremistas calan cuando las situaciones son extremas. En muchos países árabes como Marruecos existe una gran injusticia social. Las nuevas tecnologías son las que más han ayudado a impulsar ese discurso porque dan acceso a la información y la gente es más consciente de qué pasa en su país y de lo que pasa también en otros países. La gente compara situaciones, compara derechos, está más informada sobre la corrupción de sus gobernantes y es más consciente de la injusticia en la que vive. Pero, al mismo tiempo, la tecnología también ha sido un vehículo que permite al radicalismo introducirse en todas las capas de la sociedad.
Lo que hacemos con el apoyo de Manos Unidas es intentar contrarrestar el discurso extremista desde el ámbito de la educación y la cultura.
Tienes 18 años, no tienes trabajo, has abandonado los estudios y tu casa es un nido de problemas. Y viene alguien que te señala a los supuestos culpables de tu situación y te ofrece una alternativa para «recuperar lo que es tuyo» y vengarte. Es un discurso muy atrayente. Por otro lado, estos jóvenes no tienen una identidad clara. Necesitan pertenecer a un colectivo, a una comunidad. Ese vacío que existe lo cubren esos grupos. Además, les permite hacerse visibles, porque esos chicos son como fantasmas que vagan por el barrio sin que nadie se preocupe por ellos. Al convertirse en activistas se visibilizan y su autoestima se refuerza.
Entendemos que la acción se debe centrar en barrios concretos donde el problema está generalizado. Debemos generar una atención comunitaria donde los jóvenes, los padres y los educadores reflexionen juntos y diagnostiquen las causas y las soluciones. El 80 % de la radicalización proviene de las redes sociales en internet. ¿Cómo contrarrestar esto?, ¿cómo dar a los padres las herramientas para que puedan intervenir?, ¿cómo hacer que los hijos se defiendan o tengan la capacidad crítica para filtrar las informaciones que les llegan? Sobre todo, creando espacios y actividades educativas y culturales que les permitan abrir horizontes y compartir valores ligados a la tolerancia, el respeto a otras religiones y la educación para la paz. Esto es muy necesario, aunque, evidentemente, no basta, porque los factores políticos y económicos siguen ahí, pero se trata de que los jóvenes se empoderen para que ante situaciones de injusticia no respondan de un modo violento sino a través de la defensa razonada y pacífica de sus derechos.
El 80 % de la radicalización proviene de las redes sociales en internet.
De eso se trata, claro, de dar a los jóvenes herramientas educativas. Nosotros trabajamos con jóvenes que tienen habilidades ocultas para la música, para la pintura, para el teatro, para el deporte… Lo que necesitan es que les faciliten vías para desarrollar sus potencialidades y encontrar su propio camino. Eso les refuerza mucho la autoestima y pueden, así, construir su identidad.
Esta entrevista fue publicada en la Revista de Manos Unidas nº 205 (febrero-mayo 2018).