Durante la presentación de la Memoria 2023 se han abordado iniciativas centradas en migraciones.
Con el lema “Desigualdad, pobreza y migraciones”, se han dado a conocer algunas de las iniciativas que abordan la realidad de las migraciones y cómo la organización, junto a sus socios locales, pone en marcha acciones para que las personas más vulnerables no se vean obligadas a abandonar sus comunidades y sus países debido a la violencia, la pobreza o el hambre.
Manos Unidas trabaja en Camboya desde 1990 y ha ejecutado 100 proyectos por importe de 8.572.919 euros. En 2023, se financiaron seis proyectos por 466.000 euros. Los sectores principales de intervención son educación, salud, derechos humanos y sociedad civil, medioambiente y cambio climático.
Ana Luna, responsable de proyectos de la ONG en India oeste y Sudeste asiático, compartió el trabajo que se realiza en Camboya para apoyar a los niños vulnerables o víctimas de tráfico humano en la ciudad de Poipet, frontera con Tailandia. Esta localidad es atractiva para los migrantes por su industria de casinos y la proximidad al mercado laboral tailandés. “Muchas de las personas que migran a Poipet desde el campo lo hacen de forma forzosa, endeudándose para poder hacer el viaje, atraídas por las supuestas oportunidades que brinda la ciudad, pero sin tener dónde alojarse, sin saber que van a hacer cuando lleguen y sin tener una formación que les permita encontrar un trabajo digno”, explica Luna.
“De estos migrantes, los menores son especialmente vulnerables, migran con sus familias, no acuden al colegio y tienen que trabajar en lo que sea para contribuir a la economía familiar. Están todo el día solos, vagando por las calles, hambrientos, sin nadie que se ocupe de ellos, mientras sus padres salen a ganarse la vida, y muchos acaban mendigando, robando, víctimas del alcohol y las drogas o engañados por las mafias siendo traficados a Tailandia”, denuncia la experta.
El proyecto está enfocado para que los niños migrantes o traficados puedan reintegrarse en sus familias de origen o en sus comunidades a través de un empleo o continuar los estudios en escuelas públicas.
El proyecto tiene 3 líneas principales de intervención:
“La prevención mediante el trabajo en las barriadas detectando posibles víctimas y a través de sus centros abiertos 24 horas al día donde acogen y atienden a los menores; La inserción escolar mediante su centro de educación no formal donde se les ofrece transporte diario, comida y se les escolariza hasta que alcanzan el nivel requerido para poder matricularse en el colegio; Y, por último, con el rescate y la reinserción social. Los beneficiarios directos son aproximadamente 2.995 niños, de estos, 1.606 niñas", explica Ana Luna.
En Senegal, el proyecto que se apoya, junto a la Delegación Diocesana de Migraciones (DDM), se dirige a prevenir y reducir los riesgos de la migración irregular. Y es que la situación de inestabilidad laboral y económica, la falta de formación y la precariedad en la que viven muchos de los jóvenes en Senegal, los convierte en potenciales migrantes. El programa pretende sensibilizar a las comunidades locales (jóvenes y sus familias) sobre el contexto migratorio y los riesgos ligados a la migración irregular, visibilizar la realidad de las personas en situación de movilidad e informar a la población de los servicios disponibles durante la ruta migratoria.
Carmen Levenfeld, responsable de proyectos de Manos Unidas en Senegal, contextualiza las cifras de la migración en África: “De los 1.250 millones de habitantes del continente, un 3 % es población migrante y de los 281.000.000 de migrantes que hay en el mundo, 36.000.000 son africanos”.
El proyecto se desarrolla en la frontera occidental y en las diversas rutas de tránsito de la migración ilegal. “Desafortunadamente, la migración irregular se ha convertido en un problema persistente en el Sahel por innumerables razones que van desde conflictos y falta de oportunidades económicas hasta desastres ambientales y desplazamientos internos”, apunta Levenfeld.
La Delegación Diocesana de Migraciones de Senegal fue creada en 2020. Su origen está en la DDM de Tánger que inició su actividad en julio de 2011 para dar una respuesta coordinada al fenómeno migratorio en la costa norte de Marruecos.
En 2013, la institución estableció otra sede en la región oriental (Nador) para responder a la situación de vulnerabilidad de la población migrante en los bosques que rodean esta ciudad fronteriza con Melilla. Su atención se centra en los emigrantes subsaharianos que llegan a Marruecos desde las diversas rutas y están intentando cruzar a Europa a través de España, atravesando el estrecho o cruzando las vallas de Ceuta y Melilla.
Levenfeld resume sus cuatro líneas de actuación: “El área de intervención social, que permite atender necesidades básicas y acompañar a las personas migrantes en los trámites administrativos; El área de intervención sanitaria, que ofrece orientación y mediación para la atención médica genérica y especializada; El de intervención psicosocial, que brinda una respuesta a las necesidades psicológicas detectadas (ansiedad, duelos no procesados, depresión, etc.); Y la de formación orientada a la integración profesional de la población migrante marroquí”.
El proyecto, financiado con el apoyo de Manos Unidas, tiene un carácter preventivo y su objetivo es sensibilizar desde el país de origen de la emigración, salvar vidas humanas y visibilizar el impacto de las políticas migratorias sobre las comunidades en situación de movilidad.
“La migración en Haití es resultado de una mezcla compleja de factores que afectan a la vida diaria de los haitianos. La crisis económica, la inestabilidad política, los desastres naturales, las malas condiciones de vida, la falta de oportunidades educativas y las redes migratorias son las principales causas que impulsan a los haitianos a buscar una vida mejor fuera de su país”, explica Lucas Bolado, coordinador del departamento de Cofinanciación de Manos Unidas.
Con una población estimada de 11 millones de habitantes, Haití tiene la renta per cápita más baja de todo el continente americano.
La FAO estima que más de la mitad de la población haitiana se encuentra en situación de extrema pobreza y depende principalmente de la agricultura de subsistencia a pequeña escala para sobrevivir.
En los últimos dos años, el país está inmerso en una grave crisis sociopolítica que está empeorando aún más las condiciones de vida de su ya sufrida población y empuja a los jóvenes a buscarse nuevas oportunidades en la emigración. Los principales destinos de los migrantes haitianos son Estados Unidos, República Dominicana y Canadá.
“A pesar de las terribles condiciones del país, gobiernos extranjeros repatriaron a Haití a más de 100.000 personas entre enero y agosto; República Dominicana fue responsable del 94 % de las repatriaciones”, matiza Bolado.
Junto al socio local, Cáritas Fort-Liberté, se busca abordar las causas subyacentes de la migración en tres comunidades de Ouanaminthe (noroeste del país) mediante la mejora de la seguridad alimentaria, la salud y la nutrición. Se pone especial cuidado en los aspectos de nutrición infantil y salud preventiva con la colaboración de comités de salud. Al crear un entorno más estable y sostenible para las personas se consigue reducir la necesidad de migrar. Ouanaminthe está “pegada” a la frontera con la República Dominicana.
Esta proximidad la convierte en un punto importante para el comercio y el tránsito de personas entre los dos países. A través de un enfoque integrado y participativo, se pretende crear un entorno más estable y sostenible que permita a las personas, acceder a servicios básicos en sus comunidades para que se queden en sus comunidades.
“La población rural no puede acceder a los servicios básicos de salud ni a las medicinas por la falta de recursos y la imposibilidad de desplazarse a las consultas. Con este proyecto de 15 meses de duración, se quiere atender a unos 1.400 habitantes de tres comunidades (Lamatrie, Savane Longue y Jean Rabel) ofreciéndoles atención médica y medicinas a bajo coste a través de las clínicas móviles”, afirma Bolado.
El proyecto, de 15 meses de duración, tiene un coste total de 105.247 euros con un aporte del 90% por parte de Manos Unidas y del 10% restante por parte de las comunidades y el socio local, Cáritas Fort-Liberté, con quien la ONG tiene experiencia de trabajo en la implementación de proyectos de desarrollo similares.