El socio local de esta iniciativa es ACLO, siglas de Acción Cultural Loyola, con quien colaboramos hace más de 30 años.
Este proyecto tiene el propósito de contribuir a la seguridad alimentaria de las comunidades campesinas.
Celia Mamani, de 38 años, vive en la comunidad de El Palomar, situado cerca de la capital boliviana, a casi 3.000 metros de altitud. Ahí vive con su marido Macario y sus 6 hijos, con edades comprendidas entre los 8 meses y los 15 años.
Aunque todos los hijos en edad escolar acuden diariamente al centro educativo, todos ellos colaboran con el trabajo de los progenitores. Ya cerca de finalizar su educación básica, y a pesar del tiempo que dedica al trabajo familiar, el gran sueño del hijo mayor es ser médico o enfermero.
En los peores momentos, en el que el salario que le ofrecían en Bolivia era insuficiente para mantener a su familia, Celia tuvo incluso que emigrar de forma ocasional a Argentina para cultivar y lograr así el dinero necesario para tirar adelante.
Hoy por hoy, gracias a su trabajo y esfuerzo y el apoyo recibido de ACLO, trabaja junto a su familia en la tierra que heredaron de sus padres, que han ido ampliando y mejorando con el apoyo de todos.
Para iniciar el cultivo de la tierra familiar, en ACLO le dieron formación sobre técnicas de cultivo y contabilidad (gastos en abonos, fertilizantes, tierra, semillas, gasolina). Además, le proporcionaron tubos para riego, semillas, invernaderos, mantas térmicas, mangueras, entre otros muchos productos básicos, los cuales fueron muy útiles para no empezar de cero en esta nueva aventura a la que se enfrentaban.
Gracias a estos conocimientos, Celia y su familia cultivan actualmente perejil, lechugas, tomates, brócoli, acelgas, repollo, además de otras frutas y verduras, todas de forma orgánica.
Una vez a la semana, acuden al mercado a vender sus productos, siendo las hortalizas las más exitosas. Sus productos son muy valorados por los vecinos y estas ventas han ayudado a la familia a tener unos ingresos más estables, lo cual ha servido para reducir la angustia con la que afrontaban el día a día.
Ahora, Celia es la cabeza de familia y dispone de la autonomía económica que tanto necesitaba. Además, sabe bien cuáles son sus derechos ante cualquier posible forma de abuso y no duda en verbalizarlos y defenderlos.
En el pasado, Celia fue víctima de violencia de género a manos de su pareja. En ese tiempo, por vergüenza de su situación, perdió el entusiasmo que siempre le había caracterizado y dejó de hacer muchas de las cosas de las que era plenamente capaz, pero gracias al apoyo de ACLO y otras mujeres, ella logró salir adelante y ahora es una lider y un ejemplo a seguir por todas las mujeres de la región.