Encuentro Compostelano
En Santiago de Compostela y con motivo del 60 aniversario de la Organización.
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Conmemorar los 60 de la fundación y reiterar el compromiso solidario de Manos Unidas con los países del Sur.
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Favorecer el encuentro y la convivencia entre todos los que forman parte de Manos Unidas.
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Expresar, junto al Apóstol, la identidad y raíces cristianas de la Organización.
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Sensibilizar a la opinión pública sobre la realidad de la pobreza y el hambre en el mundo.
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Manifestar públicamente el compromiso de Manos Unidas en favor de un mundo más justo, porque creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas.
Los actos centrales del encuentro tuvieron lugar el sábado 28, comenzando con la peregrinación desde el Monte del Gozo hasta la plaza del Obradoiro de todos los que habían llegado desde distintos puntos de España el día anterior, acompañados del Obispo Consiliario y de la Presidenta Nacional.
En la Plaza del Obradorio fueron recibidos por un grupo de gaiteros y, tras realizar la foto de familia, se celebró una comida de hermandad. Tras la comida, los asistentes entraron en la Catedral para participar en el acto conocido como "abrazo al Apóstol". Al final, y ya en la Iglesia de San Martín Pinario, participaron de un acto penitencial conjunto y de la Misa del Peregrino, presidida por el Arzobispo de Santiago, D. Julián Barrio Barrio, y el Obispo Consiliario Nacional de Manos Unidas, D. Carlos Escribano.
Una mochila llena con las esperanzas, las tristezas y las angustias de los más pobres y de los que sufren
La presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo, que también participó en el encuentro, dirigió unas emotivas palabras a los que había viajado a la capital gallega como cierre del encuentro, que resumimos a continuación:
"Un peregrino es aquel que camina con poco equipaje, vive con lo justo, no tiene nada para no olvidar que no es nada, vive de lo que le dan los demás, sabiendo que lo que le dan es algo inmerecido. Su seguridad está en Dios y no en aquello que pueda comprar.
Un peregrino es aquel que se despreocupa de sí mismo, dejando sus manos libres para ayudar a los demás, es rico en caridad para poder atender al que lo necesita, es delicado en el trato porque en todos ve a Cristo, no tiene desconocidos, no pone barreras, a todos se ofrece y escucha. Con buen humor alegra a los demás mostrando el gozo de su corazón y evita llamar la atención con protagonismos inútiles. De esa forma se descubre a sí mismo como Iglesia, porque su vida es una colaboración continua con Dios. Su testimonio es, público y valiente, porque su vida es caridad. Solo así, uno se puede llamar “peregrino”.
Pues con el deseo de ser auténticos peregrinos, nos presentamos hoy ante la tumba del Apóstol Santiago, dispuestos a seguir la huella de tantos y tantos peregrinos que a lo largo de los siglos se han puesto en camino para llegar ante este Apóstol de Cristo, para darle un abrazo en nombre de todos y cada uno de los que formamos Manos Unidas y confiarle nuestros proyectos e ilusiones.
Y, por eso, ante nuestro querido Apóstol, traemos una mochila llena con las esperanzas, las tristezas y las angustias de los más pobres y de los que sufren, aquellos por los que llevamos 60 años apoyando a través de nuestros proyectos, proyectos que han permitido que miles de familias encuentren la esperanza y la ilusión para afrontar una vida digna.
Hacer el camino de Santiago es una oportunidad para el diálogo, la reconciliación y la paz, una forma de profundizar en las raíces de nuestra fe cristiana y de impulsar nuestro compromiso con los más vulnerables del planeta.
Quiero, por tanto, pedirle al Apóstol por Manos Unidas, por todos los que la formamos, Delegaciones, Servicios Centrales, por cada uno de nuestros queridos socios locales y beneficiarios, por nuestros socios y colaboradores y por todos los que amamos. Todos son indispensables, todos necesarios y vitales, para todos ellos le pido a Santiago las fuerzas necesarias para afrontar el futuro con la esperanza de construir entre todos, un mundo infinitamente mejor.
A cuantos hoy estáis aquí y a los que no nos han podido acompañar por diversas razones pero que sabemos que están presentes con el corazón, agradeceros vuestra presencia, muestra inequívoca del cariño que tenéis hacia Manos Unidas, mantener vuestra esperanza y vuestra fe siempre dispuesta, y que con nuestra actitud de unión y buen hacer seamos dignos merecedores de esas primeras peregrinas que iniciaron este camino que dura ya 60 años".