Así lo afirma António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el Día de las Naciones Unidas, que se celebra cada 24 de octubre. Dicha fecha marca el aniversario del día en que entró en vigor la Carta de Naciones Unidas en 1945. Con la ratificación de este documento fundacional por parte de la mayoría de los firmantes, incluidos los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, la ONU nació oficialmente.
No existe otra organización mundial con la legitimidad, el poder de convocatoria y el impacto normativo de la ONU. Ninguna otra organización mundial da esperanza a tanta gente para un mundo mejor y puede ofrecerle el futuro que queremos. Hoy en día, la urgencia de que todos los países se unan, para cumplir la promesa de las naciones unidas, nunca ha sido mayor.
La fecha ofrece una oportunidad anual para ampliar nuestra agenda común y reafirmar los propósitos y principios de la Carta de la ONU que nos han guiado en los últimos 79 años.
Mensaje de Antonio Guterres, secretario general de la ONU, con motivo del Día de las Naciones Unidas 2024
Las Naciones Unidas fueron construidas por el mundo, para el mundo.
Desde 1945, es el lugar en el que los países se unen detrás de soluciones globales a los problemas globales.
Soluciones que alivian tensiones, construyen puentes y forjan paz.
Soluciones para erradicar la pobreza, estimular el desarrollo sostenible y defender a los más vulnerables.
Soluciones que proporcionan ayuda que salva vidas a quienes viven conflictos, violencia, dificultades económicas y desastres climáticos.
Soluciones que nivelen las escaleras de justicia e igualdad de mujeres y niñas.
Soluciones que abordan problemas inimaginables en 1945: cambio climático, tecnología digital, inteligencia artificial y espacio exterior.
En septiembre, la Asamblea General adoptó el Pacto para el Futuro, el Pacto Digital Mundial y la Declaración sobre las futuras generaciones.
En conjunto, estos importantes acuerdos ayudarán a garantizar que el sistema de Naciones Unidas se adapte, reforme y rejuvenece, de forma que sea apto para los cambios y los retos que nos rodean y ofrezca soluciones para todos.
Pero nuestro trabajo siempre estará arraigado en los valores y principios a temporales de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional, y en la dignidad y los derechos humanos de cada persona.
En el mundo problemático de hoy, la esperanza no es suficiente.
La esperanza requiere una acción decidida y soluciones multilaterales para la paz, la prosperidad compartida y un planeta próspero.
La esperanza requiere que todos los países trabajen como uno solo.
La esperanza requiere las Naciones Unidas.
En el Día de las Naciones Unidas, hago un llamamiento a todos los países para que mantengan ese faro para el mundo y sus ideales.
A escala práctica, el Derecho Internacional Multilateral (DIM) y el Multilateralismo, en sí mismo, asociado a la Carta de Naciones Unidas, han ido construyendo a lo largo del tiempo el más amplio conjunto de tratados internacionales multilaterales —del DIM— de lo que se haya dotado nunca a la humanidad a lo largo de la historia.
Un tratado internacional multilateral sería, en el ámbito internacional —y al revés—, lo más parecido que tenemos en una Ley de un Estado Nacional (una ley orgánica de España aprobada por su parlamento en Madrid; una ley de Cataluña aprobada por su parlamento en Barcelona; etc.)
Cuando se llega a acordar un documento que quieren que pase a formar parte del DIM, deben firmarlo oficialmente los estados participantes que lo han hecho y aprobado; después, el documento debe ratificarse oficialmente por un número suficiente de estados de la ONU —este número suele estar establecido en el mismo documento en cuestión—; una vez ratificado por este número de estados deviene y entra en vigor, definitivamente, como tratado internacional multilateral, es decir, ley internacional multilateral que queda depositada en un registro ad hoc —especial y/o específico—, de la Secretaría General de la ONU.
Cuando se fue redactando y finalmente aprobar la Carta de la ONU, las cinco potencias mundiales que ganaban la 2ª guerra mundial —los vencedores finales, pues, de aquella terrible guerra—, ya habían ido autoconstituyéndose como «Consejo de Seguridad del mundo entero». De hecho, ellos mismos propiciaron y posibilitaron la redacción y aprobación de la Carta de 1945 y, por ello, ya se especifica en el texto analizado: «incluidos los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad».
Ya estaba claro, pues, desde el "pre" comienzo, que en el Consejo de Seguridad de la ONU, cinco estados —Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China— tendrían un asiento permanente y el derecho a veto. Estas características muy singulares y poderosas, que tendrían a estos estados como ganadores de la 2ª guerra, se extendían, de hecho, a muchos otros rincones de la propia Carta.
Es en este sentido que el Multilateralismo comenzaba su camino a la historia con una primera rueda y media bien pinchada. Pero las limitaciones iniciales no se acabaron aquí, al contrario. Algunos artículos de la misma Carta son, o por lo menos han sido, incluso peores que el ya considerado y que se puede entender o considerar como fruto de la historia.
En el «Capítulo 1. Propósitos y Principio»s de la Carta, tenemos como referencias muy limitadoras del multilateralismo inicial las siguientes:
Estas afirmaciones de la soberanía “absoluta” de los estados ante los temas y las propuestas necesarias para solucionar los problemas internacionales acabará siendo —desde mi punto de vista— el lastre más importante de la organización y, sobre todo, de la implementación de todo aquello (de tantas y tantas cosas) que las Naciones Unidas habrían dado de sí mismas en los distintos “tempus” históricos.
Efectivamente, cuando hoy decimos que debemos hablar de la ONU, de lo que realmente debemos hablar, urgente y ante todo, de qué «nuevo multilateralismo» debe emerger para gobernar democráticamente el mundo.