Que todos tiramos comida en casa es una realidad. Siempre se hace comida de más que se guarda como sobra pero al final se acaba tirando, o compramos demasiado y luego queda alguna fruta que se pudre o algún producto que caduca y no podemos gastarlo. El 54% del desperdicio se produce en las etapas iniciales de la producción, manipulación y almacenaje, mientras que el 46% se da en las etapas de procesamiento, distribución y consumo de alimentos, según la FAO. Cuanto más tarde se pierde un producto en la cadena, mayores consecuencias tendrá. puesto que al coste inicial de producción hay que sumar los costes ambientales y sociales hasta llegar a su venta.
Este sencillo gesto, que forma parte de nuestra realidad, tiene grandes consecuencias. Piensa que, como tú, hay más de 7.000 millones de personas en el mundo que hacen exactamente lo mismo, y eso implica que la comida que se tira se multiplica astronómicamente. ¿Qué supone este pequeño gesto en casa para el mundo?
Como explicábamos en la noticia "¿Qué es el despilfarro alimentario?", el alimento que desperdiciamos supone 1/3 de la producción mundial, más de 1.300 millones de toneladas al año. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la cantidad de comida que se tira tiene un coste de 1.000 millones de dólares, además de los costes ambientales (unos 700.000 millones) y los costes sociales (900.000 millones). Esta pérdida económica afecta directamente a los ingresos tanto de los agricultores, que tienen que producir más cantidad de producto, como de los consumidores, que tienen que comprar más.
El informe de la FAO "La huella del desperdicio de alimentos: impactos en los recursos naturales" de 2013, confirma que este desperdicio de alimentos genera un impacto negativo en la biodiversidad, la tierra, el clima y el agua, es decir, en los recursos naturales. Una de las conclusiones del documento es que "la comida que producimos pero no comemos consume un volumen de agua equivalente al caudal anual del Volga, y supone 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera".
Estas emisiones equivalen a las mundiales generadas por el transporte en carretera, y son responsables del 8% de las emisiones globales de estos gases. Si el despilfarro alimentario fuera un país, sería el tercero con mayores emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo.
Poniendo ejemplos de comida: en Asia, el arroz emite altas dosis de metano y junto con el resto de cereales, generan un impacto en las emisiones de carbono y el uso de la tierra y el agua. En cuanto a la carne y las hortalizas, generan una gran huella de carbono y un impacto en los terrenos utilizados. Según la FAO, la superficie total cultivada en el planeta es de 1.400 millones de hectáreas; de estas, casi el 30% se usan para producir alimentos que nunca serán consumidos, generando un consumo del 19% de fertilizantes.
Si se usaran y se distribuyeran mejor estos alimentos, evitaríamos el 14% de todas las emisiones en el año 2050. Así lo dice el estudio realizado por el Instituto Francés de Investigación Agraria (INRA) de 2017, que afirma que la agricultura podría ser capaz de compensar la emisión de 3.500 milones de toneladas de CO2, reduciendo así hasta un 65% los efectos negativos del carbono en la alimentación.
"No podemos permitir que un tercio de los alimentos que producimos se pierda, cuando 870 millones de personas pasan hambre todos los días", asegura el Director General de FAO, José Graziano da Silva. Este es el mayor problema que tenemos, y del que no somos conscientes: producimos un 60% más de lo que necesitamos, mientras hay gente que se muere de hambre. No se trata de una falta de cantidad o producción; es un problema de repartición y de consumo justo y equitativo. Es importante que seamos conscientes cuando vamos a comprar de lo que metemos en el carro de la compra: cómo ha llegado hasta ahí, cómo ha sido transportado y cuidado, y meter solo lo que verdaderamente necesito, no lo que me apetece. Hoy estamos viviendo un tiempo nuevo, que nos asusta, y compramos de más por si acaso, pero necesitamos ser sensatos y pensar razonadamente. Ese es un pequeño gesto que puede ayudar al mundo.
Síguenos en redes sociales con el hashtag #MansUnidesAliments.