“Frenar la desigualdad está en tus manos” es el lema de la campaña de 2023 que acaba de presentar Manos Unidas Valencia, y que se hace en todas las diócesis de España a lo largo de esta semana. En esta campaña, durante los próximos doce meses, la ONG de la Iglesia Católica va a centrar su trabajo en denunciar cómo la desigualdad se ha convertido en la mayor amenaza a nivel mundial y provoca que millones de seres humanos vivan en la pobreza.
Durante la presentación, la presidenta de Manos Unidas en Valencia, Ana Ruiz Ruiz, ha señalado, al hilo del lema de campaña que “en nuestras manos está liberar a la humanidad de la pobreza”. Ha insistido a lo largo de su declaración en el hecho de que la responsabilidad de luchar contra la injusticia no nos debe ser ajena “tenemos en nuestras manos evitar que 828 millones de personas sufran hambre”, ha recalcado en el marco del Palacio de Colomina CEU, que un año más nos ha cedido su auditorio para presentar nuestra campaña.
“Más de dos tercios de la población mundial está a merced de una cada vez mayor desigualdad de la riqueza. Pequeñas élites se apropian de una proporción cada vez mayor de los ingresos nacionales, mientras que cientos de millones de personas viven en la indigencia siendo pisoteada su dignidad y sus derechos fundamentales ignorados o violados”, ha recalcado la presidenta valenciana de Manos Unidas.
Ha recordado con sus palabras una de las máximas de la organización solidaria “tenemos en nuestras manos promover un modelo económico que respete los derechos de todas las personas para superar el asistencialismo y que puedan ser agentes de su propio desarrollo”. En Manos Unidas promovemos proyectos para acompañar a las personas a ser dueños de su progreso, sin paternalismos. Uno de los requisitos para comenzar un proyecto es que sea duradero en el tiempo y que las personas manejen su destino.
Para terminar, Ana Ruiz ha agradecido a los presentes su apoyo a la organización y les ha instado a seguir haciéndolo “necesitamos tus manos para cambiar la vida de millones de personas”. Recordemos que en 2021 Manos Unidas apoyó directamente a nada menos que 1.524.954 personas.
“Más de dos tercios de la población mundial está a merced de una cada vez mayor desigualdad de la riqueza. Pequeñas élites se apropian de una proporción cada vez mayor de los ingresos nacionales", Ana Ruiz Ruiz.
El misionero, médico y sacerdote, José Luis Orpella, ha llegado desde su misión en Kenia, para dar testimonio en primera persona de lo que se consigue con las ayudas que esta ONG obtiene gracias a la generosidad de los valencianos. Orpella lleva toda la semana en Valencia dando charlas en colegios, institutos, universidades y asociaciones donde ha explicado lo que se hace en la diócesis de Garissa, una zona de Kenia del tamaño de un cuarto de España, que es donde él trabaja por los más necesitados.
Se trata de una zona muy árida en la que viven unas 72.000 personas a las que ayuda a llevar una vida digna. Este misionero que en su juventud quiso ser artista y que aún dibuja en sus ratos libres, se hizo médico y como tal llegó a Kenia donde vive desde 1990. En su misión hay escuela, hospital, centro de nutrición, ¡agua potable! y está en camino un proyecto para mejorar la agricultura. Manos Unidas está detrás de alrededor de 15 proyectos que han apoyado la Misión de Emaus, donde el padre Orpella ha llevado la esperanza y la dignidad a miles de personas.
“Pregunté a unos niños –recordaba el misionero- por qué iban a la escuela en festivo. Venimos porque no tenemos agua en casa y allí no podemos lavar los uniformes, me respondieron. Su dignidad no les permite acudir al colegio con el uniforme sucio, y esa es su única ropa de diario. Tienen también su ropa de los festivos. Nada más”.
En sus charlas en los centros educativos, al padre Orpella le ha llamado la atención las preguntas de los niños “tan espabilados”, “allí el nivel de desarrollo de los niños de la misma edad va más atrasado. Pero tienen un colegio al que ir, y van con mucha alegría”.
Desde 1990 son 33 años en esta Misión, donde “mis vitaminas son la sonrisa de los niños”, ha contado este cirujano con vocación de pediatra. “Allí los niños van muy contentos al colegio, están con otros niños, hay alegría, y además de dar clase, les damos de comer. Tienen un desayuno y una comida con carne una vez por semana, y eso es muy importante para niños acostumbrados a comer un poco de maíz hervido un dia tras otro como único menú”, ha explicado Orpella.
Recordaba también a Smith, un niño de 8 años, que un día de fiesta se comió tres platos de arroz y después lloraba del dolor de barriga, “pero es que tienen tanta ansiedad por no poder comer habitualmente, que no pudo parar cuando tuvo la comida en sus manos”.
El padre Orpella vive en una casa de barro, sin agua ni luz, igual que las personas a las que ayuda “se trata de que no vean desigualdad entre nosotros y de hecho, ellos comparten cosas conmigo”.
“Nuestra escuela es una de las mejores de la zona y está muy solicitada, tenemos un sistema de becas para los niños cuyos padres son tan pobres que ni siquiera pueden sufragar los gastos. Un año escolar sale por 120€, lo que supone 10€ al mes, todo incluido: escolarización, comidas, uniformes, y para ellos es demasiado”. El padre Orpella nos animó a hacer estos pequeños donativos con los que sacar adelante a niños como Denis, que llegó a la escuela sin zapatos: “un niño inteligente al que hemos “acompañado” y que ahora es médico” contó emocionado el misionero.
“Lo peor… -reflexiona el padre Orpella- es cuando te sientes impotente porque no llegas a poder ayudar a quienes lo necesitan porque te faltan medicamentos, estructuras o un coche más rápido para llegar al hospital para los casos más graves. Sólo 1,5€ cuesta un tratamiento para una neumonía y no lo tienen y mueren”.
El 98% de la población de la zona son musulmanes y ha habido graves ataques terroristas por parte de Al Shabaab, “nosotros no hemos sufrido ningún ataque, pero hay tensión entre las distintas tribus y conflictos entre agricultores y ganaderos”. Recuerda que atendieron a un niño al que un hipopótamo arrancó un brazo. Era de una familia musulmana y el padre les llevó una cabra como presente por salvar la vida de su hijo.
“Allí los niños van muy contentos al colegio, están con otros niños, hay alegría, y además de dar clase, les damos de comer", José Luis Orpella.
Manos Unidas en Kenia
Manos Unidas es uno de los aliados estratégicos de la Misión de Emaús, en estos momentos están en marcha proyectos de emergencia para distribuir alimentos y ofrecer asistencia médico-sanitaria. Consiste en ayudar a unas 14.000 personas en situación crítica por causa de la sequía persistente. En otro proyecto se ha ayudado a unas 10.000 personas por otra situación crítica de hambruna, “nadie se ha muerto de hambre gracias a estas ayudas de Manos Unidas”, ha señalado el padre Orpella.
En su alegato final, José Luis Orpella ha lanzado un impactante discurso y a la vez esperanzador “Me fijo en el cartel de Manos Unidas y me recuerda las manos de Cristo en el Vía Crucis, unas manos ajadas, pero que nos invitan a llevar la cruz de la pobreza y la desigualdad entre todos para que sea más llevadera. Porque unas manos sirven para todo: para acariciar, para trabajar, para acoger, para sanar… vosotros en Manos Unidas sois gente muy buena y eso me da fuerza para seguir con el trabajo”, en alusión a todos los voluntarios, socios y simpatizantes de Manos Unidas.
Acabó el padre Orpella recordando a la patrona de los valencianos: “Nos ponemos debajo del manto de la Virgen de la Mare de Déu dels Desamparats para que esta campaña sea fructífera”.
Mencinar por último, que dentro de las actividades de presentación de campaña y con motivo del Día del Ayuno Voluntario el viernes 10 de febrero, se celebró una misa en la Basílica de la Mare de Déu dels Desamparats concelebrada por el misionero José Luis Orpella y el consiliario José Domenech. Fue una Eucaristía llena de emoción, con una homilía que llegó al corazón de todos los asistentes. Además, contamos con el coro de la Escolanía, que terminó de hacer de esta misa un encuentro de Manos Unidas un momento muy especial.
“Me fijo en el cartel de Manos Unidas y me recuerda las manos de Cristo en el Vía Crucis, unas manos ajadas, pero que nos invitan a llevar la cruz de la pobreza y la desigualdad entre todos para que sea más llevadera", José Luis Orpella