Cerca del concurrido mercado de Hanoukope se encuentra este santuario.
El mercado de Hanoukope se encuentra en la periferia de Lomé, capital de Togo. Aquí se reúnen todas las etnias del país en distintos puestos de comestibles, hierbas y animales, donde el olor es insoportable.
Atraviesa el mercado un tren de vía estrecha que transporta carbón y llena el ambiente de polvo negro y humo. La mayoría de la gente que vende en este lugar también vive en él, hacinada entre los puestos, la basura y los raíles del ferrocarril. En este barrio, donde se encuentra este gran «bazar» de frutas, verduras y carbón, encontramos el ejemplo perfecto de la situación que viven las niñas y las mujeres en Togo.
Tradicionalmente, se da el matrimonio forzoso de niñas para ser segunda, tercera o cuarta esposa, lo que se traduce en una explotación por parte de las otras mujeres. Asimismo, las familias del norte envían a sus hijas a casa de familiares o amigos y, en muchos casos, estas niñas acaban siendo violadas o víctimas de trata. Algunas huyen y deambulan por el mercado, robando, haciendo algún trabajo esporádico o durmiendo en el suelo. Muchas acaban prostituyéndose.
También encontramos a mujeres jóvenes con hijos cuyos maridos las han abandonado y tienen que apañarse para poder alimentar a sus hijos, pagar la escolaridad, medicinas, etc. Tarea nada fácil, ya que la mayoría de estas mujeres son analfabetas, no conocen sus derechos y no tienen capacidad de realizar actividades que generen ingresos.
Togo ocupa el puesto 162 de 191 en el índice de desarrollo humano (IDH), según datos de 2022.
En el año 2000, la congregación de Carmelitas Vedrunas, socio local de Manos Unidas, se instaló en este barrio al norte de Lomé, capital de Togo y, con el apoyo de la ONG, construyeron un edificio en medio del mercado que sirve de escuela y centro de reunión para realizar trabajos de sensibilización, animación y formación entre los adultos, sobre todo mujeres; y de acompañamiento, tratamiento psicológico y educativo entre los niños y los jóvenes.
También tiene un albergue para las niñas embarazadas o que han huido de sus casas por obligación. En este hogar, permanecen hasta que se les encuentra uno nuevo o un medio de vida. Ahora mismo, acogen a seis chicas, una de ellas con un bebé recién nacido.
En el último piso de la casa de esta congregación, se ha construido un espacio de recreo para los niños del barrio.
Allí, se organizan sesiones de teatro, juegos, apoyo escolar y proyección de películas. Acuden muchísimos niños, ya que es la única diversión a su alcance. Esto, además, proporciona a los monitores la posibilidad de identificar otros problemas existentes y ayudar así en caso de ser necesario.
A lo largo de 20 años de permanencia en ese ambiente y de la realización de muchas actividades, se ha identificado la necesidad de apoyar a las mujeres adultas con falta de formación a través de actividades generadoras de ingresos. Y a las chicas jóvenes, víctimas de violencia y malos tratos, se trabaja en reinsertarlas en la sociedad a través de la educación, tanto escolar como profesional. También se busca sensibilizar a la población en general en cuestiones de violencia de género y derechos de la mujer con mensajes en redes sociales o con charlas educativas sobre distintos temas.
Artículo publicado originalmente en la Revista 223 de Manos Unidas. Aquí puedes leer todas las revistas que publicamos.