Para que Manos Unidas pueda llevar a cabo proyectos como este.
Reasentamiento de 320 familias de la comunidad de Piquiá de Baixo, en la Amazonía Oriental de Brasil, afectadas por la contaminación provocada por empresas siderúrgicas, en colaboración con los Misioneros combonianos.
La provincia de Carajás, situada en la Amazonía Oriental, es la mayor reserva de mineral de hierro de alta ley del mundo. La prospección de este mineral comenzó en esta zona en los años 60 y ganó un gran impulso una década después, cuando la empresa estatal Vale do Rio Doce (VALE S.A) asumió el control total de la exploración en la zona.
Como consecuencia de la explotación minera en la zona, el paisaje y las poblaciones asentadas se vieron afectadas de forma notable por grandes y dramáticos cambios que afectaron a la vida de las poblaciones tradicionales y a la agricultura familiar. Se contruyó una central hidroeléctrica en Tucuruí, de un Puerto en São Luis y una vía férrea de 892 kilómetros que atraviesa toda la provincia de Carajás para conectarla con el puerto de São Luis. Este modelo de desarrollo ofrece pocos puestos de trabajo, concentra el poder y el dinero en manos de unas pocas personas, afecta a la salud de las comunidades por los altos índices de polución, y contribuye a la contaminación a gran escala del suelo, agua y aire.
En la comunidad de Piquiá de Baixo, Açailândia, Maranhão, viven 320 familias, más de 1.100 personas, en situación de extrema pobreza. Sus viviendas están rodeadas por 5 altos hornos en los que se realiza la combustión con carbón vegetal del mineral de hierro.
La comunidad existe desde los años 70 y las empresas se instalaron con posterioridad. Desde hace al menos 11 años, la Asociación de Piquiá de Baixo denuncia la grave situación generada por los altos índices de contaminación. Desde el año 2007 diversos informes acreditan la inviabilidad de la convivencia de estas personas con las industrias, constatándose altos índices de enfermedades relacionadas con la piel, el aparato respiratorio, los ojos, así como la muerte de menores por contacto con escoria incandescente.
Los propios habitantes de Piquiá de Baixo comenzaron hace algunos años un proceso de solicitud de reasentamiento en algún lugar donde vivir dignamente. Estas protestas lograron que se elaborara un plan de reasentamiento que en la actualidad cuenta con el proyecto urbanístico, el terreno y el compromiso de financiación de la construcción por parte del gobierno brasileño. El problema es que tanto las autoridades públicas como las empresas implicadas, alargan los plazos e impiden una reubicación rápida de la comunidad.
Manos Unidas va a facilitar las herramientas necesarias para reclamar ante las autoridades públicas, judiciales y las empresas siderúrgicas el cumplimiento de sus compromisos. La presente intervención prevé apoyar la manutención de un misionero laico comboniano que acompañará a la comunidad durante un año, así como el pago de algunos insumos para la realización de talleres, actividades de incidencia e intercambios.
Para que Manos Unidas pueda llevar a cabo proyectos como este.