Así de contundente se ha mostrado Marco Gordillo en el Foro de Manos Unidas.
Con motivo de la campaña «El Efecto Ser Humano: la única especie capaz de cambiar el planeta», Manos Unidas ha celebrado un foro sobre impacto del ser humano y los residuos alimentarios en el planeta.
El evento, que se ha llevado a cabo esta mañana en las instalaciones de la agencia de noticias Servimedia, ha contado con la participación de diversos actores del sector de la alimentación, como DIA España, ALSEA y Too Good To Go, representando los ámbitos de la restauración y la distribución.
«No podemos acabar con la pobreza si no cuidamos al mismo tiempo del planeta y del medio ambiente», ha subrayado Marco Gordillo, coordinador de Incidencia y Alianzas de Manos Unidas, recordando que «el 80 % de las personas más pobres del mundo viven en zonas rurales: su salud y supervivencia dependen del estado de conservación de los ecosistemas».
Nuestros patrones globales de producción y de consumo siguen generando una gran cantidad de desechos, que a su vez contribuyen a intensificar la triple crisis planetaria que padecemos: la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, con grandes impactos en las poblaciones más vulnerables del mundo. Según datos de la FAO, un tercio de la producción global de alimentos se pierden o se desperdician a lo largo de toda la cadena de producción, distribución y consumo. Simultáneamente —dice la FAO—, 735 millones de personas padecen hambre crónica en el mundo.
Según datos de la FAO, hasta un tercio de los alimentos que se producen acaban en la basura.
Disminuir el desperdicio de alimentos reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero y la velocidad de la destrucción de la naturaleza, que resulta tanto del cambio del uso del suelo para fines agropecuarios como de la contaminación. Al mismo tiempo, mejoraría la disponibilidad de alimentos y, por lo tanto, reduciría su precio en los mercados globales y aumentaría su accesibilidad para las poblaciones más pobres o vulnerables.
«En España se tiran ocho millones de toneladas de alimentos al año, según los datos que manejamos. (…) No obstante, hablar del desperdicio no es hablar de números, no es hablar de estadísticas, es hablar de Rosa y de Javier, que están sufriendo las consecuencias ambientales, sociales y económicas de nuestro modelo de gestión», ha recalcado el coordinador de Manos Unidas.
Por ese motivo, ha destacado el papel de la organización como generadora de cambio.
«Nos dedicamos a influir e intentamos hacerlo en aquellos que toman decisiones en términos de legislación para poder avanzar. Intentamos influir en la sociedad en el mejor sentido de la palabra para fomentar esta sociedad más sensible, más justa, más solidaria», ha subrayado.
Actualmente, se está tramitando una ley de desperdicio alimentario que se encuentra en plazo de enmiendas en la Comisión de Agricultura, Pesca y Alimentación, en la que los grupos parlamentarios aún pueden presentar sus propuestas al texto. En este sentido, Gordillo ha considerado un error no centrarse en la prevención, aspecto con el que ha coincidido María Escribano Romero, directora de ASG y Comunicación Corporativa de ALSEA. Esta compañía de restauración, que aglutina establecimientos de comida rápida, cafeterías y restaurantes, no habla de desperdicios alimentarios, sino de excedentes, ya que son productos que tienen un valor de por sí.
«Otro papel es la conexión. Somos una organización cuya vocación es conectar actores para poder afrontar desafíos: empresas, la administración pública, la sociedad civil, etc., hacemos una labor de cohesión entre ellas», ha explicado Gordillo, poniendo en valor el punto de encuentro y diálogo del Foro «El Efecto Ser Humano. Los residuos alimentarios y su impacto en el planeta».
«La clave está en tener ciudadanos que sean consumidores conscientes, críticos, sensibles a las cuestiones ambientales y exigentes. Las empresas tendrán que cambiar en la medida en que tengamos una sociedad cada vez más exigente», ha asegurado Gordillo.
Por este motivo, la cadena de supermercados DIA intenta inculcar la cultura contra el desperdicio alimentario desde la concepción de los productos que comercializa teniendo en cuenta factores como la predicción de la demanda, la estación del año y la situación geográfica de las tiendas, entre otros. Además, cuando los productos no son vendidos, se redistribuyen a bancos de alimentos u otras entidades de carácter social.
«Tenemos un modelo de gestión de residuos que trata primero de destinar lo que se pueda a alimentación animal, segundo a compostaje y lo que ya no se puede, porque es imposible, lo destinamos a valorización energética», ha explicado Trinidad Dávila Ruiz, responsable de Sostenibilidad de DIA España.
Trinidad Dávila: «Como máximo, un 5 % de nuestros residuos acaban en el vertedero».
Durante el foro, las ponentes han dado ejemplos de cómo evitar el despilfarro alimentario. Para Escribano, la lucha contra el desperdicio debe evitar ser algo farragoso para los clientes:
«Los ciudadanos que vamos a comer fuera hemos perdido el miedo de que te sobre comida y no saber qué hacer con ella. En cualquier restaurante ya tienen su recipiente para llevártelo. Y además que hay que animar a la gente a hacerlo», ha asegurado.
En el caso de que esta comida sobrante se quede en el establecimiento, la aplicación Too Good To Go, pone en contacto a los consumidores con los establecimientos con el objetivo de reducir el desperdicio alimentario. «La aplicación está desarrollando un software, impulsado por inteligencia artificial, que permitirá monitorizar los etiquetados de fechas de los productos y avisar a los establecimientos, junto con una serie de recomendaciones: donar el producto, incluirlo en un pack o reducir el precio para fomentar su venta en un momento dado», ha explicado Victoria Albiñana, responsable de Asuntos Públicos y Relaciones Institucionales.
«También es importante limitar, de algún modo, aquellas ofertas que son de carga, como los tres por uno, pues incitan de alguna manera a una compra más impulsiva y a lo mejor menos adecuada a tus necesidades reales», ha agregado la responsable de Sostenibilidad de DIA España.
El coordinador de Incidencia y Alianzas de Manos Unidas ha valorado positivamente los avances en materias de sostenibilidad de todas estas iniciativas y ha alabado otras que también están dando salida a los alimentos que anteriormente quedaban fuera del mercado debido a que no cumplían con determinados cánones estéticos para su venta.
Impulsar la sostenibilidad ambiental en el sector alimentario requiere integrarla en la propia estrategia empresarial e involucrar a toda la cadena de valor.
El pasado mes de diciembre, Too Good To Go presentó en el Congreso el estudio «La percepción del desperdicio alimentario en España», que alerta que gran parte del desperdicio alimentario se produce en el hogar. «En España se desperdician 250 kilos de comida por segundo, lo que equivale al 40 % de la comida producida», ha advertido Albiñana, reclamando que la sostenibilidad forme parte de los currículos educativos en las escuelas.
En este sentido, los más jóvenes son los que están «educando a los padres y los que están moviendo claramente ficha, haciendo mucha fuerza», ha reconocido la representante de ALSEA.
Para Gordillo, la Educación para el Desarrollo (EpD) es clave para generar un cambio de conciencia y de hábitos entre la población. Por este motivo, ha destacado una iniciativa que lleva a cabo Manos Unidas, en la que los jóvenes dialogan con sus mayores para poner en práctica recetas que se han pasado de generación en generación, con la idea de desperdiciar lo mínimo posible, y contribuyendo a una concienciación intergeneracional.
Finalmente, aunque ha destacado los avances del sector, ha advertido del peligro de caer en el denominado lavado de imagen de algunas empresas. «Nos queda muchísimo por hacer, pero por eso queremos lanzar este mensaje sobre «El Efecto Ser Humano». Tenemos capacidad si somos capaces de trabajar juntos, si tenemos voluntad y podemos realmente construir un mundo más justo, más sostenible, más solidario», ha concluido.