"Estupor" ante el dato del aumento del hambre en el mundo que publica la ONU.
Recientemente se ha publicado uno de los informes que en Manos Unidas espera cada año con mayor expectación: “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo” (SOFI), elaborado por diversas agencias de Naciones Unidas como la FAO, el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Mundial de la Salud, el Fondo Internacional Agrícola y UNICEF. El documento ha puesto sobre el papel, algo que ya todo el mundo se temía, porque así lo anunciaban todos los indicadores en los últimos meses:
En 2021 el hambre en el mundo continuó aumentando y se aleja el objetivo de acabar, en 2030, con esta lacra que afecta ya a 828 millones de seres humanos.
Esta cifra brutal, no por sabida o esperada, deja de causar preocupación, indignación e incredulidad. Así lo manifiesta Fidele Podga, coordinador del Departamento de Estudios de Manos Unidas: “Aun sabiendo que se han dado factores como el cambio climático, los conflictos o la COVID-19, que están incidiendo en el aumento del hambre, los datos que aporta el informe de Naciones Unidas causan verdadero estupor.
Es increíble que en un mundo como el nuestro, se permita que el 9,8% de la población mundial pase hambre. Estamos hablando de 828 millones de personas; 46 millones más desde el inicio de 2020 y ¡150 millones más! desde el comienzo de la pandemia de COVID-19.
El informe sostiene que la brecha de género en relación con la inseguridad alimentaria siguió aumentando en 2021: el 31,9 % de las mujeres del mundo padecía inseguridad alimentaria moderada o grave, en comparación con el 27,6 % de los hombres y que 45 millones de niños menores de cinco años padecían la forma más mortífera de malnutrición, que aumenta hasta 12 veces el riesgo de mortalidad infantil. “Como de costumbre, los dos grupos humanos especialmente afectados por el hambre son las mujeres y los menores de 5 años”, asegura Podga.
Las cifras son deprimentes –lamenta el coordinador de Estudios de Manos Unidas- en un mundo sobrante de alimentos.
El progresivo aumento del hambre, bastante previo a la pandemia y a la actual invasión de Ucrania, afecta a todo el Sur global: 278 millones de personas en África, 56,5 millones en América Latina y el Caribe y 425 millones en Asia. “Y resulta descorazonador constatar que, además, es la primera vez que las Agencias de Naciones Unidas apuntan directamente hacia el incumplimiento del ODS 2 sobre el hambre cero, con una previsión sobre la cifra de las personas afectadas para 2030 -670 millones-, que indica lo poco que se ha conseguido en los 15 años que han pasado desde que se redactaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
“Estamos hablando de un 8 % de la población mundial. El mismo porcentaje que en 2015, cuando se puso en marcha la Agenda 2030”, explica Podga.
La magnitud “sin precedentes” de estos datos requiere, también, una respuesta sin precedentes. Según Fidele Podga, para explicar las "dramáticas" cifras que se conocieron el miércoles pasado, "resultan insuficientes" por sí solas las razones como el cambio climático, los conflictos o la COVID-19. “De manera honesta y decidida, hemos de plantarle cara a principal causa del hambre en el mundo: los sistemas agroalimentarios diseñados para la mercantilización de la producción agrícola, no para el derecho de alimentación de los seres humanos”, denuncia el coordinador del Departamento de Estudios de Manos Unidas.
A ello parecen apuntar “sin éxito”, explica Podga, tanto el actual Informe con su subtítulo “Adaptación de las políticas alimentarias y agrícolas para hacer las dietas saludables más asequibles”, como el Informe del 2021 “Transformación de los sistemas alimentarios en aras de la seguridad alimentaria, una mejor nutrición y dietas asequibles y saludables para todos”.
Manos Unidas, como organización que lleva más de 63 años con la lucha contra el hambre, sus causas y sus consecuencias como principal objetivo, aprobó, en 2021, 110 proyectos -por importe cercano a los 9,8 millones de euros- tendentes a garantizar la seguridad alimentaria de las comunidades más vulnerables con las que trabaja.