Nueva sequía en Estados Unidos, ¿nuevas alzas de precios o cambio de costumbres?

El pasado mes de julio, el Índice de Precios de Alimentos que elabora la FAO sufrió un alza del 6 por ciento. Muchos lo atribuyen solo a la sequía que sufre Estados Unidos; otros, como Gisele Henriques, jefa de Incidencia Política sobre Alimentación, Agricultura y Comercio Sostenible de CIDSE, se plantea que hay otros motivos a los que nadie parece querer enfrentarse, que están teniendo funestas consecuencias sobre los más desfavorecidos. CIDSE es alianza internacional de organizaciones católicas para el desarrollo

El pasado mes de julio, el Índice de Precios de Alimentos que elabora la FAO sufrió un alza del 6 por ciento. Muchos lo atribuyen principalmente a la sequía que sufre Estados Unidos; otros, como Gisele Henriques, jefa de Incidencia Política sobre Alimentación, Agricultura y Comercio Sostenible de CIDSE, se plantea que hay otros motivos a los que nadie parece querer enfrentarse, que están teniendo funestas consecuencias sobre los más desfavorecidos.     

Lo que deberíamos aprender de la subida de precios por la sequía en Estados Unidos

Estados Unidos, el mayor exportador agrícola del mundo, está sufriendo la peor sequía que se recuerda en décadas. Como consecuencia, los precios de los alimentos han experimentado un preocupante incremento. Todo esto nos debe hacer reconsiderar nuestra relación con la comida y el sistema insostenible que hemos creado a su alrededor.

Reparto de Ayuda Alimentaria en Etiopía

En julio de 2012, el Índice de Precios de Alimentos de la FAO subió un 6 por ciento, lo que puede atribuirse a condiciones climáticas desfavorables y en particular a la actual sequía en Estados Unidos, que ha hecho encarecerse el precio del maíz en los mercados internacionales. Aunque no todo esto es fruto del azar. Nos encontramos inmersos en un cambio climático que va a cambiar la manera en que funcionamos en este planeta, con consecuencias nefastas para los más pobres.

En los años 2007/08 fuimos testigos del estallido de la primera crisis alimentaria en treinta años, que provocó disturbios en más de 30 países. En ese momento, se dieron una gran cantidad de excusas que intentaban justificar el aumento de precios y muchos políticos optaron por culpar fundamentalmente a la escasa oferta o al apetito voraz de China e India, haciendo caso omiso del papel que jugó la especulación en los mercados de materias primas para que se produjeran semejantes alzas de precios.

Inspirado en la crisis alimentaria de 2007/08, y para evitar algunos de los problemas de  pronósticos sobre la producción agrícola y mejorar la capacidad de respuesta en estos casos, el G-20, bajo la tutela de Francia, ha creado AMIS, Sistemas de Información del Mercado y un Foro de Respuesta Rápida (FRR). Pero, estas iniciativas, aunque bienvenidas, no son suficientes.  Es como tratar de guarecerse de un diluvio bajo la hoja de un árbol. La crisis alimentaria de 2007/08 no fue sólo el resultado de la sequía en Rusia o producto de la glotonería de los países emergentes. El hecho es que hay muchos factores que influyeron e influyen en los precios de alimentos, incluyendo también nuestras opciones de uso de la energía.

Reparto de Ayuda Alimentaria en Etiopía

El uso de biocombustibles ha sido una manera inteligente de satisfacer nuestra insaciable sed de energía, pero ha llevado al estallido de una guerra de prevalencia entre los alimentos y el combustible, como ha puesto en evidencia la sequía en Estados Unidos. Son varios los factores (subsidios, objetivos…) que contribuyen a la volatilidad de los precios en los mercados de materias primas. Lo que nos lleva a pensar que los acalorados debates sobre el uso de biocombustibles, que tienen lugar en Estados Unidos y en Europa, indican la inevitable necesidad de cambiar nuestras estrategias en esa materia.

El momento que vivimos es reflejo de los días por venir, en los que el cambio climático va a alterar de forma inevitable nuestra capacidad de producción, lo que tendrá un gran impacto en la oferta de materias primas y en los precios. Ahora es el momento de adaptar nuestras costumbres a estos cambios o de seguir permitiendo que en los mercados financieros especulen con el precio de los productos básicos, que se desvíen los cultivos para biocombustibles y que continúe la búsqueda de modelos industriales de producción agrícola que debilitan nuestros suelos y limitan nuestra capacidad de recuperación y de respuesta al ante el cambio climático.

Marcado local en Uganda

Necesitamos una regulación en los mercados que haga bajar la volatilidad. Necesitamosque se dejen de subvencionar los biocombustibles, necesitamos que haya reservas de alimentos estratégicas que apoyen a los mercados locales y ayuden a mitigar la volatilidad del precio de los alimentos y, de manera desesperada,  necesitamos modelos de producción más sostenible y resistentes que se adapten al cambio climático. Y a corto plazo, tenemos que revisar por completo nuestra relación con la comida, desde la manera de cultivarla hasta la forma de comerla, a no ser que queramos ver que nuestras vacas y conches se alimentan mejor que nuestros hijos.

A pesar de que sabemos que tratamos con un asunto que todos conocen pero del que nadie quiere hablar, en CIDSE estamos dispuestos a sacarlo a la palestra y a hacer que los políticos respondan a esta crisis de nuestros tiempos de manera global, asegurándose de que el derecho humano a la alimentación prevalece sobre los intereses económicos y los beneficios. El año pasado centramos nuestro trabajo sobre la agricultura y la alimentación en la volatilidad de los precios. En el último trimestre de este año publicaremos un informe sobre los principios que deberían regir las políticas agrícolas con motivo del cambio climático.   

CIDSE presentará sus recomendaciones enla 39 Sesión del Comité de Naciones Unidas sobre Seguridad Alimentaria en el Mundo, en octubre de 2012, y en la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de Doha, en el mes de noviembre.

CIDSE es alianza internacional de organizaciones católicas para el desarrollo a la que pertenece Manos Unidas.

 

 

 

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